Si amas el otoño tanto como yo, seguro coincides en que octubre es el mes perfecto para encender una vela, acurrucarte bajo una manta y dejarte llevar por el espíritu de Halloween. Y no hay mejor forma de celebrarlo que con una buena maratón de cine.
Muchos creen que para disfrutar una maratón de Halloween hay que ser valiente o fan del gore, pero lo cierto es que no es así. Puedes vivir una noche temática sin recurrir a lo extremo: mantenerla tan inocente o tan oscura como prefieras. La clave está en elegir aquellas películas que más resuenen contigo. Por eso he organizado esta lista de menos a más terror, para que encuentres el nivel de intensidad perfecto para ti.
Desde clásicos que aún nos erizan la piel hasta comedias oscuras y aventuras familiares repletas de calabazas, brujas y fantasmas, esta selección tiene algo para todos los gustos. Tanto si disfrutas del miedo puro como si prefieres una dosis más suave pero igual de mágica, aquí encontrarás la película ideal para esta noche encantada.
Casper (1995)
Empiezo la lista con este adorado título de los años 90 porque, para mí, es la puerta perfecta para entrar en el espíritu de Halloween sin grandes sustos. Casper es una de esas películas que logran mezclar ternura, humor y un toque de melancolía de una forma muy especial. Siempre me ha parecido admirable cómo consigue hablar de la pérdida y la amistad sin volverse triste, y la gran actuación de una jovencísima Christina Ricci. A diferencia de otras de esta lista, como Beetlejuice o Gremlins, Casper apuesta por lo mágico antes que por lo aterrador. Ideal para ver en familia o simplemente cuando quieres una historia de corta duración que se sienta como esa acogedora taza de cocoa caliente en invierno.
Hocus Pocus (1992)
¿Buscas algo apto para todas las edades? Hocus Pocus nunca defrauda. La incluyo en este punto porque combina comedia, música y un poco de magia oscura justamente sin dejar de ser familiar. La historia sigue a tres brujas que regresan accidentalmente a Salem 300 años después de su ejecución, y ahora tres adolescentes deben detenerlas antes de que roben la juventud de todos los niños del pueblo. Las hermanas Sanderson son puro carisma, y cada año que la vuelvo a ver me parece más genial. Piénsalo así, si Casper es el lado dulce de Halloween, El retorno de las brujas (como se llamó en español) es el momento en que empieza la diversión de verdad. Y si te quedas con ganas de más, puedes ver su secuela el Retorno de las brujas 2 lanzada en 2022.
La familia Addams (1991)
Si, la década de los 90 fue una gran época para el cine, especialmente para las películas de halloween. Con La familia Addams empieza a subir un poco la intensidad, pero sin abandonar el humor. Diría que es la definición perfecta de comedia macabra: extravagante, elegante y con un corazón gótico que late bajo todo ese sarcasmo. La historia es simple pero entretenida, sigue a la excéntrica familia Addams mientras intentan recuperar su fortuna y se enfrentan a un impostor que asegura ser el desaparecido tío Fétido. En comparación a Hocus Pocus, que celebra la magia y el caos festivo, esta película abraza lo raro como un estilo de vida, y por eso me encanta. Si te gustan los personajes que encuentran belleza en lo siniestro, puedes aprovechar y ver también su secuela llamada La familia Addams: la tradición continúa. Si el humor oscuro familiar no es lo tuyo, sigue de largo porque aquí hay de sobra.
Los Cazafantasmas (1984)
A mitad de la lista nos encontramos con el clásico Los Cazafantasmas, porque representa ese punto perfecto entre el miedo, la ciencia ficción y la comedia. Si te gustan películas como Hombres de negro, con héroes torpes pero queribles que se enfrentan a lo inexplicable con gadgets y una buena dosis de sarcasmo, no te la pierdas. La trama sigue a un grupo de parapsicólogos desempleados que deciden montar un negocio de cazadores de fantasmas en Nueva York justo cuando la ciudad se llena de espectros y portales interdimensionales. Lo que siempre me ha fascinado es cómo consigue ser divertida sin perder esa atmósfera sobrenatural. Además, sus efectos prácticos, la banda sonora y el humor inteligente siguen funcionando décadas después. Tal fue su éxito que tuvo varias secuelas, incluida Los Cazafantasmas: imperio helado de 2024.
Bitelchús (1988)
Bitelchús se coloca justo después de Los Cazafantasmas, porque aunque comparte ese humor sobrenatural tan de los 80, aquí Tim Burton lleva la locura un paso más allá. La historia sigue a una pareja de fantasmas que, tras morir en un accidente, contratan a un bioexorcista bastante excéntrico (interpretado por Michael Keaton) para ahuyentar a los nuevos vivos que han ocupado su casa. Su estética es fascinante y solo por ella ya vale la pena verla: nos presenta un mundo gótico, caricaturesco y colorido a la vez, que se siente como una pesadilla divertida. Es ideal para quienes disfrutan del humor negro, los sustos creativos mezclados con risas nerviosas y el arte visual de Burton, un director capaz de convertir lo macabro en algo tremendamente entretenido.
La maldición de las brujas (1990)
Aunque esta película está pensada para el público infantil, sin duda sigue siendo una de las películas más inquietantes de nuestra infancia. Si Casper representa la inocencia del Halloween más tierno, La maldición de las brujas es ese punto en el que el cuento se tuerce y lo mágico empieza a dar miedo. La historia (basada en el libro de Roald Dahl) sigue a un niño que descubre por accidente una convención secreta de brujas que odian a los niños y planean convertirlos en ratones. Pero ¿qué es lo que hace a esta película tan inolvidable? Personalmente creo que es su tono, que mezcla el humor británico con una sensación de peligro real. Las transformaciones además siguen siendo impresionantes y grotescas años después. Es perfecta para quienes quieren una dosis de nostalgia con un toque escalofriante.
Tiburón (1975)
Aunque esta película no tiene fantasmas ni brujas, demuestra que el miedo más puro puede surgir de lo invisible. Con Tiburón, Spielberg logró algo fantástico: convirtió un simple ataque de tiburón en una lección magistral de tensión. La historia sigue a un pequeño pueblo costero que entra en pánico cuando un gran blanco empieza a atacar a los bañistas, obligando a su sheriff, un oceanógrafo y un cazador a enfrentarse a la criatura. Si bien su trama parece simple, Tiburón es un clásico no solo por la calidad de sus efectos, por su banda sonora o sus actuaciones, sino porque logró aferrarnos sin mostrar al monstruo, en cambio el terror nace del sonido, la espera y la sugestión, algo que pocos filmes han logrado igualar. Mi favorita de esta lista y una que siempre vuelvo a ver en estas épocas del año.
Scream (1996)
Sí Tiburón explotaba el miedo a lo que no ves, Scream juega con el miedo a lo que conoces demasiado bien. La ubico entre las más intensas de la lista porque marcó un antes y un después en el cine de terror moderno. Esta película encontró un equilibrio que pocas hasta ese momento habían logrado: puede hacerte reír con su ironía y a los pocos segundos ponerte los pelos de punta. Dirigida por Wes Craven, sigue a Sidney, una adolescente que se convierte en el objetivo de un asesino enmascarado obsesionado con las películas de terror. Es ideal para quienes disfrutan del terror adolescente y las referencias a otros clásicos del género, pero si no la veo tan apropiada para los que sufren las películas con jumpscares a cada rato. Si te quedas con ganas de más, la franquicia tiene secuelas como Scream 2 del mismo director.
El resplandor (1980)
¿Hay algo más aterrador que ver cómo la cordura se desmorona lentamente? Es por eso que El resplandor merece estar entre los últimos puestos de este ranking. Dirigida por Stanley Kubrick y basada en la novela de Stephen King, cuenta la historia de Jack Torrance, un escritor que acepta cuidar un hotel aislado con su familia durante el invierno. Lo que empieza como una oportunidad para escribir en la tranquilidad absoluta se convierte en una pesadilla de aislamiento, visiones y violencia. La magnífica actuación de Jack Nicholson es gran parte de su éxito, pero no menos importante que cada plano, cada pasillo interminable y cada nota del inquietante soundtrack que contribuyen a esa atmósfera tan perturbante. Es una película para quienes disfrutan del terror psicológico, con un ritmo más lento. A diferencia de Scream, que es adrenalina pura, El resplandor es un descenso hipnótico a la locura.
El exorcista (1973)
Cierro la lista con El exorcista porque, aunque han pasado más de cincuenta años desde su estreno, sigue siendo una de las películas más perturbadoras que he visto. A diferencia de El resplandor, donde el horror nace del interior humano, aquí el enemigo es algo externo, casi metafísico. Basada en la novela de William Peter Blatty, narra la posesión de una niña y el desesperado intento de su madre y dos sacerdotes por liberarla. Lo que la hace tan efectiva no son solo los efectos prácticos que usaron o las escenas legendarias que nos hicieron temblar del miedo, sino el realismo con el que se retrata el mal. Es la culminación perfecta de una maratón de Halloween: intensa, incómoda e imposible de olvidar.