Es una pena que hayas decidido obviar el Spooktober sólo porque vas repitiéndote que no te gustan las películas de miedo. Pero si cuando llega el día de los muertos no sabes donde esconderte, esta es tu guía. Para sumergirnos en la inquietud que propone, el terror no tiene porque regarse de sobresaltos y desparramarse en sangrías (dejándonos por consiguiente con los ojos como platos, a la hora de la cama). De hecho, el suspense siempre se ha basado en saber, desde lo más hondo de tus tripas, que algo va mal… Y que irá a peor.
Fíjate en las carteleras españolas: Vieja loca, una provocadora comedia snuff (de tortura) con Carmen Maura y con una cantidad desmedida de sustos por minuto, da mucho menos mal rollo que Exit 8, de Genki Kawamura, un juego de claustrofobia y ansiedad disparadísimas sólo por las cuatro paredes de un trasbordo de metro. Así que ahí apuntamos: en esta lista, os proponemos siete películas de tiempos y procedencias variadas que no son tan conocidas y que realmente tocan la tecla de la inquietud, sin que por ello debas perder tus preciadas horas de sueño.
Hush (Silencio) (2016)
Hush (Silencio) (2016) es simplemente una grandísima perla oculta al gran público y, si bien te hará olvidar la existencia de tu móvil, las dosis de tensión que entrega son inversamente proporcionales al griterío típico del slasher. La película de Mike Flanagan justifica su rechazo al jumpscare explosivo porque tiene por protagonista a una escritora sorda, en una cabaña en el bosque, que debe sobrevivir a los asaltos de un maníaco en medio de la noche. Por lo tanto, si ella no oye al asesino, nosotres tampoco.
De un blanco y negro casi tan lustroso como el de Una chica vuelve a casa sola de noche (2014), sin embargo, la gracia definitiva de esta joya es que Kate Siegel, la escritora, es de veras muy inteligente y da guerra a la altura del atacante. Esto no es un espectáculo de “ver cuándo matan a la rubia tonta”, más bien al contrario. Aplaudimos cada estrategia de esta ahijada de Laurie Strode en La noche de Halloween (1978) como una genuina partida de ajedrez.
Amer (2009)
El terror no tiene por qué dar miedo, también puede excitarte. La película infraconocidísima de Hélène Cattet y Bruno Forzani es la oportunidad perfecta para reconciliarnos con el giallo, uno de los géneros más eróticos del terror, en que la sangre es también más roja y los asesinatos más macabros. Para Cattet y Forzani, que ya deconstruyeron el western en Dejad que los cadáveres se bronceen (2017), las muertes hay que ganárselas con paladas de atmósfera onírica.
De Amer (2009), lo único que debes conocer es que sucede en un casoplón enorme, como el de Buenas noches, mamá (2015), donde nadie puede oírte gritar. Que a partir de ahí sea de placer o de dolor, eso ya… Entre sus sombras se esconde nuestra vampiresa protagonista, en una obra casi sin diálogos y que se expresa en cambio a través del color, los sonidos desconcertantes y un montaje que te arranca sin previo aviso de la seguridad (púdica) de la butaca.
Una chica vuelve a casa sola de noche (2014)
Una chica vuelve a casa sola de noche (2014) es la película que llevas a tu primera cita como garantía de cinefilia cool, y técnicamente pertenece al terror pero todo el mundo (que la ha visto, lo cual no es mucha gente) la recuerda por sus tremendas escenas musicales, no por haberlo pasado mal. En una estética que nada tiene que envidiar a la de Geoge A. Romero en La noche de los muertos vivientes, Ana Lily Amirpour retrata las madrugadas de Bad City a través de los ojos de una joven skater vampira, que se distrae persiguiendo a la fauna de criminales locales.
Pero la juventud y las buenas dosis de western de la ambientación chocan contra una monstruo algo triste, muy de cuando imaginamos el panorama fantástico desde la melancolía, como Jim Jarmusch en Sólo los amantes sobreviven (2013). ¿Y quién no ha sentido que una canción lo rescataba de la durísima, monstruosa realidad?
La noche de los muertos vivientes (1968)
Alguien podría pensar que La noche de los muertos vivientes es demasiado conocida para reivindicarla de nuevo, entre tantas películas poco conocidas. Yo te pregunto: ¿la has visto de verdad? Hemos aplaudido muchísimo y con razón a la madre de todas las obras de zombis, pero conozco a pocas personas que la hayan visto de veras.
Además, es una perla perfecta para quienes sepan que el gore o el correteo de los zombies sobrepasan el aguante de sus estómagos: aquí les ves venir, y la sangre salpica sin que veas los rojos profundos de Amer, por ejemplo. Ello no quita un ápice del horror que provocan estas criaturas expresionistas y de las que, justamente por observarles acercarse de lejos (como pasaba en Está Detrás De Ti), desearías advertir a los protagonistas distraídos. Es de las películas más inquietantes y con menos “sustos” de la historia.
Perfect Blue (1998)
Si el gore festivo de La sustancia (2024) no fue para ti pero sí te interesó cómo tomaba desde el fantástico la obsesión con la imagen personal, te recomendamos a una de sus precursoras, la Perfect Blue (1998) de Satoshi Kon. Aquí, el maestro responsable de los sueños perturbados de Paranoia Agent (2004) –otra serie buenísima de terror sin sobresaltos–, nos embarca en el viaje interior de una idol japonesa que empieza a romperse bajo la presión del estrellato.
Porque, ¿es o no es real, el acosador que no deja de ver merodeando su apartamento? Pasa igual que con el dilema central de Buenas noches, mamá: que Satoshi Kon consiga generarnos dudas verdaderas es un efecto secundario de una caída en espiral a los infiernos en la que nos ha embarcado Perfect Blue. Y nada hay más terrorífico que la ansiedad.
Buenas noches, mamá (2015)
Dos niños pequeños en una casa enorme: tras la llegada de su madre, quien lleva el rostro vendado después de una operación, empiezan a sospechar que la mujer en casa no es realmente ella. Así que deciden comprobarlo hasta que no les quede ni una duda. Y aquí Buenas noches, mamá (2015) se convierte en un juego del gato y el ratón parecido a Los otros pero mucho más frío, y que llega a cotas extremas de crueldad sin que se derrame apenas una gota de sangre.
No hay sustos en esta película de snuff donde los verdugos van cambiándose el sitio: ahora vemos a la madre como el monstruo, ahora como víctima de la violencia de sus hijos. La de Veronika Franz y Severin Fiala haría un programa doble perfecto con Salve Maria (2024), otra historia sobre la ambivalencia moral de una madre imperfecta…
Salve Maria (2024)
Quizás la película que fue más injustamente tratada en su momento, a pesar de ser sin duda la mejor obra del fantástico catalán de su década (mínimo). Igual que Perfect Blue te obliga a abrazar la paranoia tras la fama, Salve Maria (2024) te mete en la cabeza de una madre que lleva semanas sin dormir, ni apenas respirar, porque su bebé no deja de llorar. Y que un día empieza a obsesionarse con el infanticidio.
El cine estadounidense ha llegado muy tarde al retrato de nuestra parte sombría y caótica, con películas como Si pudiera, te daría una patada (2025) o Canina (2024). Antes, y con un humor negrísimo, Mar Coll ya retrató qué tan inquietante puede ser habitar una cabeza en plena depresión posparto. Spoiler: no querríais estar en la piel de Laura Weissmahr.