Las mates no mienten. Los dos festivales más importantes del otoño, Venecia y Toronto, alimentan cada año las nominaciones de los premios de la Academia, por lo que desde ya hace falta estar muy pendiente de ellos (y de Telluride, en menor medida) para anticiparse a las nominaciones de los Oscars.
Aunque, te advierto de entrada: este año hay dos excepciones que confirman la regla. Primero, en Venecia se hizo con el León de Oro a la Mejor Película Father Mother Sister Brother de Jim Jarmusch, una contendiente muy indie que sorprendió entre los gigantes con los que competía y que, al no tener el poder de marketing de Leones anteriores como Pobres criaturas o Nomadland, en los Oscars probablemente quede a las puertas del premio gordo.
Eso sí, de Venecia surgen apuestas seguras como el reconocimiento a Dwayne Johnson por La Máquina: The Smashing Machine de Benny Safdie, o el premio políticamente cargado a La voz de Hind, una impactante ficción sobre el genocidio en Gaza.
De Toronto, más de lo mismo: de las 18 últimas ganadoras del Premio del Público, 16 han sido nominadas a Mejor Película en los Oscars, desde Green Book (2018) a Los Fabelman (2022). Este año el privilegio fue para Hamnet, el romance lacrimógeno de Chloé Zhao sobre Shakespeare, y la directora no resulta un nombre extraño para la Academia, tras conquistar la categoría de Mejor Película y Dirección en los Oscars prepandémicos con Nomadland.
En Canadá, el Frankenstein de Guillermo del Toro quedó en segundo lugar en las urnas, a pesar de las críticas templadas que acumulaba desde Venecia, así que no la damos por acabada aún. Y en la tercera posición, Wake Up Dead Man: Un misterio de Knives Out, de Rian Johnson, ya está sonando a premio para Glenn Close…
Te decía que hay dos excepciones que confirman la regla, y es que la película que más está sonando a día de hoy para el Oscar es Una batalla tras otra, de Paul Thomas Anderson, que ha estado nominado un total de 11 veces a la estatuilla y se ha llevado un total de: cero… Aún. Este año, si todo va acorde con el runrún de las semanas pasadas, el 15 de marzo podríamos verle subir al escenario hasta en 14 ocasiones.
Te interesa saber desde ya qué películas van a seguir dando juego en la noche de los Oscars para no maratonear las nominadas a pocos días de la gala, así que lee con atención para cazar a tiempo las candidaturas más pujantes en salas y plataformas. Aquí te desgranamos las principales.
Las aspirantes a Mejor Película
Su ausencia de cualquier competición festivalera de otoño parecía señal de que la película era indudablemente mala, pero ha resultado todo lo contrario. Warner ha estrenado Una batalla tras de otra, de Paul Thomas Anderson, directa a salas y ante un alud de buenísimas críticas, algunas de las que la califican como la mejor película del año.
En Estados Unidos ha sido un auténtico fenómeno: adaptación muy libre de la novela Vineland de Thomas Pynchon, encuentra a Leonardo Di Caprio como un padre trasnochado, un Gran Lebowski que se reunirá con su sensei Benicio del Toro para combatir al grupo de extrema derecha liderado por un también despeluchado Sean Penn. El asunto recuerda, según dicen las críticas, a Puro vicio de PTA (2014) y a los laberintos psicotrópicos de thrillers como Lo que esconde Silver Lake (2018). Vamos, que si no gana el Oscar por lo menos se convertirá en película de culto.
La principal rival de Una batalla tras de otra es a día de hoy Hamnet, de Chloé Zhao, una película que conmovió en donde se ha visto pero que sigue una línea mucho más académica, en un drama de prestigio mucho más clásico y en la línea de Lo que queda del día (1993) o Sentido y sensibilidad (1995). Paul Mescal y Jessie Buckley, los irlandeses del momento, hacen de William y Agnes Shakespeare en los días siguientes a la muerte de su hijo de once años. Queda por ver si Hollywood ha perdonado a Chloé Zhao el batacazo de Los Eternos (2021) y volverá a nominarla a Mejor Película, que ya se llevó por Nomadland, el año anterior. ¿Ganará el emotivo drama de tacitas o el thriller de acción repleto de bilis y sangre?
Los candidatos a Mejor Actor
De forma excepcional, el premio a Mejor Actor parece estar más reñido que el de Actriz. De la categoría de Mejor Película nacen los principales aspirantes: Leonardo DiCaprio por Una batalla tras de otra, aunque no creo que se repita un segundo Oscar como el que ganó por El renacido (2015), si no lo hizo ya con Érase una vez en… Hollywood (2019). El tipo de papel acabado y quejumbroso era el mismo, vaya. Y Paul Mescal aún podría presentarse a Mejor Actor de Reparto para ampliar sus posibilidades, pero un Oscar a la interpretación masculina principal le daría el prestigio que su popularidad ya ha acreditado. Y claro, por ser (nada más y nada menos que) Shakespeare en Hamnet.
Quienes ya pueden darse por satisfechos son los hermanos Safdie, porque en sendas primeras películas por separado se encuentran dos de los aspirantes con más números: en Marty Supreme de Josh Safdie está Timothée Chalamet (que estuvo a punto de ganar el año pasado por Un completo desconocido) y el fantástico Dwayne Johnson lidera La Máquina: The Smashing Machine de Benny Safdie, con buenísima recepción en el pasado Festival de Venecia. No te sorprenderá, si viste el despliegue actoral de Diamantes en bruto o Good Time: Viviendo al límite.
Y luego está Jeremy Allen White, cuya interpretación de Bruce Springsteen en Springsteen: Música de ninguna parte ha prometido atraer la misma atención que A Complete Unknown. Sería especialmente cruel que Chalamet perdiera otra vez frente a un biopic musical, aunque así es la vida del actor de Hollywood, Leonardo Di Caprio lo sabe.
Las candidatas a Mejor Actriz
Los premios son una ciencia bastante menos dispersa de lo que se imagina: de las aspirantes de Mejor Película suelen nacer todos los afluentes de las otras categorías. Así pasa con la interpretación femenina, en la que lidera todas las encuestas Jessie Buckley por Hamnet. A la rotundidad dramática del papel se le suma el “ya va siendo hora” de una industria que la ha visto crecer muchísimo desde Fargo (2014) y que la obvió incluso en Estoy pensando en dejarlo (2020), para sólo nominarla en La hija oscura (2021).
La noruega Renate Reinsve la sigue muy de lejos en las encuestas de los medios, por lo que una nominación a Mejor Actriz se entendería más como un primer gesto de reconocimiento de parte de la Academia, que ignoró a la musa de La peor persona del mundo (2022) y que ya en Valor sentimental, su siguiente paso colaborando con Joachim Trier, ha estado a la altura (y de sobras) del sénior de Stellan Skarsgård.
No hay muchas más actrices realmente mainstream en los fogones festivaleros de Venecia y Toronto ahora mismo, quizás exceptuando a Emma Stone en la Bugonia de Yorgos Lanthimos. De su colaboración anterior, en Pobres criaturas, la actriz ya se llevó la estatuilla en los Oscars y los Globos de Oro de 2023, y Bugonia tampoco ha sido tan aplaudida como para esperar un doblete… Pero podríamos verla perfectamente entre las nominadas.
Y Cynthia Erivo puede tener el encanto suficiente para salvar a la segunda parte de Wicked: Parte Uno (2024), Wicked: Por siempre, una secuela que nadie pidió pero que nos abrirá las puertas a ver el despliegue de talentos de esta actriz-orquesta. Bien vale una nominación.
Los y las aspirantes a Mejor Dirección
Los Oscars siempre han tenido una relación peculiar con las películas “internacionales”, que han tratado de subsanar en la categoría de Mejor Dirección. De hecho, desde 2009 el galardón solo ha ido a parar a una persona estadounidense en tres ocasiones. Así que no sería nada raro ver una nominación a la china Chloé Zhao por Hamnet, un ejercicio de drama calculado y un cuadrilátero de interpretaciones que pide buena mano dirigiendo.
En caso de que Zhao fuera nominada, podría coincidir con Kathryn Bigelow entre las candidatas. Bigelow presentó Una casa llena de dinamita en Venecia y, a pesar de unas reacciones algo tibias, tiene toda la musculatura de Netflix para apoyar una buena campaña de premios. En este caso, sería la primera vez en cinco años con dos mujeres en la categoría.
También el noruego Joachim Trier acumula números, aunque en Valor sentimental se le valoraría por el trabajo de cámara y la ligazón de los conflictos dentro de esta familia de artistas. Sería una primera vez en la categoría, pero el Gran Premio del Jurado de Cannes respalda sus opciones. Ahora, personalmente me gustaría aplaudir el Oscar para el iraní Jafar Panahi, que se juega la piel día tras día con sus críticas al régimen iraní desde antes de El círculo (2000) y ya desde la primera persona en Taxi Teherán (2015). Pero no es sólo por su valentía y su compromiso: en Un simple accidente (ganadora de la Palma de Oro, lo cual ya da números) logra algo muy difícil, que es mantener la ambivalencia sobre la culpabilidad de un amordazado, un monstruo que no lo parece.
Que seguramente se lo acabe llevando Guillermo del Toro por Frankenstein, una ilustración bellísima y muy inspirada sobre la novela de Mary Shelley, además de un premio bonito por la índole vocacional del proyecto. O puede que Ryan Coogler, el salvavidas de la taquilla por Los pecadores, que ha sido muy aplaudido por su versión de Abierto hasta el amanecer (1996) y que lleva mucho tiempo mereciendo como mínimo una nominación. O Paul Thomas Anderson, que tras once nominaciones hace ya ojitos de cordero ante los votantes de la Academia.
Las candidatas a Mejor Película Internacional
Los resultados de las políticas de diversidad que ha aplicado la Academia son clarísimos en las candidaturas, y es que desde 2016 ya no resulta raro ver películas “en lengua extranjera”, como decían hasta hace unos años, en el resto de categorías de los Oscars. ¿Recordáis el triunfo en 2019 de la Parásitos de Bong Joon-ho, cuando dejó anticuado todo concepto de frontera a base de sátira de clase de lenguaje universal?
Si apartamos la candidatura obvia de Valor sentimental, noruega, y si tenemos en cuenta que Panahi no podrá presentar su Un simple accidente porque Irán la ha ninguneado en la preselección a los Oscars, quedamos con un puñado de opciones bastante igualado. Desde Venecia podría venir la primera candidata sólida, No hay otra opción de Park Chan-wook, el remake coreano (divertidísimo, aunque algo alargado) de la novela de la que partía Costa Gavras en la oscura Arcadia (buenísima, también). En el Lido y en Toronto no tuvo una acogida espectacular, pero dejar fuera a Park puede resultar impensable para los académicos.
Menos claro lo tengo con La voz de Hind, el drama que parte de la voz real de una niña asesinada en Gaza… La película de la tunecina Kaouther Ben Hania ha recibido ovaciones por donde ha ocurrido por su visibilidad política, pero con el panorama actual en Estados Unidos creo que se preferirá omitir una nominación.
Sí me huelo premio probable para la española Sirât, de Óliver Laxe, que se ha convertido en un evento internacional y pop, mucho más allá de la cinefilia del director de Lo que arde (2019). También caerá candidatura para la emoción y la pertinencia política de Kleber Mendonça Filho y Wagner Moura en Agente secreto, una relectura crepuscular al género del thriller de espías que amaréis quienes descubristeis el giro al survival de Bacurau: Tierra De Nadie (2019). En fin, que las nominaciones sean excusa para seguir desenterrando buenas películas.

























































































