¡Bienvenida, spooky season! Cuando el calor empieza a abandonarnos y los árboles van deshojándose, toca planificar qué películas (de terror, naturalmente) veremos durante el trecho final antes de Halloween. Y ahí va la trampa: si buscamos hacer un maratón extensivo por entre plataformas, el mes de octubre puede salir extremadamente caro. Por ello, he seleccionado unas siete perlas que podéis encontrar en JustWatch TV de forma del todo gratuita.
He tratado de recomendar, por un lado, clásicos indiscutibles como La brujería a través de los tiempos (1922), mezclados junto con títulos menos conocidos, como Messiah of Evil (1975) o Las tres caras del miedo (1963), un clásico de Mario Bava nunca lo bastante reivindicado. Si sois iniciados del mundo del terror, una buena primera película es aquella que os resulte más chillona, diferente –y creedme, sólo con los seres lyncheanos de Messiah of Evil (1975) tenéis excentricidades para rato–. Si llegáis de cero, id al clásico que más rabia os dé, como La pequeña tienda de los horrores (1960): veréis qué tan larga es su sombra. ¿Listos para un susto bueno, y barato?
Las tres caras del miedo (1963)
La obra de Bava es un tríptico gótico y fastuoso que exuda cinefilia por entre vidrieras de colores y a la sombra vibrante de una vela. Las tres caras del miedo (1963) presenta tres operetas macabras de tonos variopintos, desde la paranoia psicosexual a la venganza fantasmagórica, para tres argumentos que sirven de excusa a una atmósfera que se pega a la piel: niebla, gritos y el extraño consuelo del terror clásico.
Ideal si lo tuyo es la lógica ensoñada de Suspiria (1977) o la sofisticación de La cumbre escarlata (2015), o el pictoricismo arrebatado de Messiah of Evil o incluso la belleza inquieta de La noche de los muertos vivientes… Una fantástica forma de encontrar nuevos terrores, si creías que el género estaba amortecido.
Savageland (2015)
Hay algo impostado en ver un mockumentary en una opulenta sala de cine. Por ello, la hiperrealista Savageland (2015), hecha con cuatro duros y colgada en abierto, pide ser vista en casa. True crime sobre la masacre en un pueblo fronterizo, nos enfrenta al terror de lo que pudo haberla causado, a la amenaza eminentemente política bajo la tranquilidad horizontal de sus paisajes granulados.
Ahijada de Lago Mungo (2009) y, cómo no, de la inquietud profunda, aun sin sustos, de El proyecto de la bruja de Blair (1999), puede ser un magnífico primer volumen para una sesión doble de límites del terror junto con La pequeña tienda de los horrores, que convierte en musical el pavor.
Messiah of Evil (1975)
Messiah of Evil (1975) es una pesadilla febril que se está empezando a reivindicar estos años. En ella, una joven busca a su padre en un pueblo costero habitado sólo por seres catatónicos. La película está repleta de atmósferas surrealistas (gente en cines vacíos, rituales nocturnos, paredes que sangran…), que van amontonándose poco a poco hasta alcanzar un estado hipnótico y bellísimo, como de terror nocturno.
Tiene algo de la extrañeza de El carnaval de las almas (1962), aunque anticipa claramente el reparto y paisaje liminal de Twin Peaks (1990). En su momento, fue un eslabón clave entre el terror gótico de los sesenta y el horror cósmico posterior, aunque veréis que emplea bastante menos brilli brilli que el desparrame italiano de Bava en Las tres caras del miedo.
La pequeña tienda de los horrores (1960)
Entra un clásico más conocido, aunque como todos los clásicos ello no implique que demasiada gente lo haya visto de verdad. En el dulce terreno de la comedia, el musical y el terror, Roger Corman dirigió La pequeña tienda de los horrores (1960), una joya macabra (y ácida, y queer, y muy icónica) sobre cómo un florista torpe (Rick Moranis, la cara más ochentera que recuerdo) acaba criando a una planta devoradora de hombres para complacer a su novia. Oh, y Steve Martin le hará la vida imposible con un flamante flequillo.
El gran experto en hacer limonadas cinematográficas, Corman, convirtió la escasez de medios y un rodaje atropelladísimo en canciones memorables –de esas tiene muchas– y encumbró al terror caníbal-vegetal en un nuevo ídolo al que adorar, un dios monstruoso hasta lo sexy. No sé si tiene sentido, pero la voz del cantante de Motown Levi Stubbs me resulta grave, interesante y… No esperéis asustaros aquí, sólo descubrir o re-descubrir un musical de culto tan instantáneo como El Show de Horror de Rocky (1975), o como la misma Messiah of Evil. Preparaos para recomendarla.
La noche de los muertos vivientes (1968)
La piedra angular del cine de terror moderno, en La noche de los muertos vivientes (1968) George A. Romero reinventó el género con un survival zombi áspero y claustrofóbico… Una historia sobre un grupo de desconocidos que deben atrincherarse en una casa durante una invasión zombi. Y si bien no hay más trama que esa, ni grandes nombres en el reparto, cuatro paredes, una amenaza y un puñado de gente discutible son suficientes para montar una reflexión de primera sobre la xenofobia y las alianzas forjadas bajo el miedo.
El comentario político tras Savageland, de hecho, bebe directamente de las intenciones de Romero. Eso sí, al contrario que Las tres caras del miedo, en este abuelo de The Walking Dead de presupuesto subterráneo sólo encontraréis el blanco y el negro más radicales, de una crudeza que invita a la barbarie.
La brujería a través de los tiempos (1922)
La brujería a través de los tiempos (1922) o simplemente Häxan es un híbrido indiferenciable entre documental, ensayo y pesadilla escénica, un mockumentary como Savageland antes incluso de que el género se pensara en estos términos. La película “estudia” la historia de la brujería mezclando discurso académico con recreaciones bastante inquietantes de la brujería. Dignas del mejor folk horror posterior, desde La garra de Satán (1971) a Midsommar: el terror no espera la noche (2019).
Surrealismo y un coro de monstruos familiares, desde los demonios medievales, brujas volando a un diablo sonriente. Tras las estampitas se esconde, cómo no, una feroz crítica al pánico moral… Aunque las lecciones sobre brujería que aquí aprendemos resultan arcaicas, oníricas e inmediatamente icónicas. Dentro de tu lista, es la más experimental y vanguardista, adelantándose décadas a lo que Robert Eggers propondría con todo su cine posterior.

























































































