Junto con Guillermo Del Toro, Edgar Wright es hoy día el gran cineasta amante del cine. Todas sus películas son homenajes a los aciertos de los realizadores y géneros favoritos del director. Por ello, ver una obra de Wright supone entrar en un museo de las curiosidades, que te infunde ganas de descubrir más y más películas, al tiempo que una auténtica lección de lo que el lenguaje cinematográfico puede conseguir en materia de acción y de comedia.
Nunca nadie ha compuesto música con imágenes con tanta gracia como el responsable de la trilogía Cornetto. Pero si tu primer contacto con el británico ha llegado por el estreno de Perseguido (2025), seguramente andes un poco perdido. Así que sigue este ranking con todo lo que ha dirigido hasta el momento, ordenado de peor a mejor según mi preferencia personal. Son unas pocas películas, pero valen todas la pena.
Última noche en el Soho (2021)
Empezamos con el patinazo más sonoro de nuestro querido director, aunque reconozco que mi categorización puede estar algo lastrada por entender siempre a Wright como realizador y guionista. Así es que Última noche en el Soho (2021), con una trama de giros bastante previsibles, acabó decepcionando al cuerpo de fans que llegábamos a esta Alarido (1977) con tintes de El fotógrafo del pánico (1960) esperando otra obra del calado dramático de Bienvenidos al Fin del Mundo. Ahora, ni la deslumbrante cantante a la que da vida Anya Taylor-Joy ni la fotografía a lo L'enfer d'Henri-Georges Clouzot (2009) tienen nada que envidiar al resto de películas de esta lista, y el Soho de Wright puede ser una puerta de entrada igualmente válida para quienes aún no conozcan la nata de sus guiones.
A Fistful of Fingers (1995)
Si no habías oído nunca a hablar de A Fistful of Fingers (“un puñado de dedos”, de 1995), no te preocupes: sólo saben de su existencia un puñado de personas –ese chiste mío, qué elegancia…–. Pero no, efectivamente, Zombies Party (2004) no fue el debut de Wright. Antes vino esta parodia del western, donde seguimos a un cazarrecompensas de nombre Walter Marshall (en inglés, como “Alguacil Legal”) en su búsqueda de El Estrábico, responsable de la muerte de su caballo Easy. Y la cosa va como suele en un western híper dopado, pero con bastante más gracia.
Algo rudimentaria y con escenas demasiado largas o cortas, por parodia funciona bastante más que como película en general. Sin embargo, ya se ven ahí los dejes que perfeccionaría en su filmografía posterior, especialmente en Arma fatal. Encontrar una copia es difícil, pero el cariño que despierta vale la pena.
Perseguido (2025)
En Perseguido (2025), Wright resucitaba la mezcla entre sátira y thriller sci-fi que en 1987 protagonizó Arnold Schwarzenegger, también bajo el título Perseguido (1987). Pero la colaboración es más loca: Wright bebe directamente de la novela original, escrita por Stephen King en 1982, una pesadilla futurista ambientada en el lejano 2025. Un tiempo más inquietante en la teoría que en la práctica, porque el film es simpático y entretenido, y poco más… Y tiene un final claramente anticlimático.
Ahora bien, el ímpetu con que Wright pisa el acelerador y se lanza a todo correr en varias secuencias de persecución; la vibra punk a la que aspira y los subidones musicales que de ella resultan… En el mismo carril que Baby Driver, representan todo aquello que nos gusta del cineasta. Para amantes de La larga marcha (2025), también basada en un libro de King y con una idea parecida, solo que aquí se corre, espitados de azúcar.
Los hermanos Sparks (2021)
Si Los hermanos Sparks (2021) está tan arriba en mi lista, es porque quiero hacerla representativa del canon de Edgar Wright; algo parecido pasa con Asif Kapadia y Amy (La chica detrás del nombre), excepcional. Mientras, este documental sobre la carrera de Ron y Russell Mael, el dúo creativo detrás de los Sparks, muestra una faceta más adulta y contenida del cineasta, sin sus habituales juegos visuales o recurso cómico alguno.
Resulta interesante, claro, porque la película repasa de forma exhaustiva los éxitos, experimentos y excentricidades de la banda, muy olvidada pero muy influyente… Una puerta casi tan sorpresiva como Última noche en el Soho, también estrenada en este 2021 prolífico. Pero si llegas buscando algo del Edgar Wright de ficción, mejor pasa a nuestra siguiente entrada.
Baby, el aprendiz del crimen (2017)
El universo cinematográfico de Edgar Wright se sitúa en una intersección delicada entre fondo y forma, pero Baby, el aprendiz del crimen (2017) supone el desvío más evidente del realizador hacia el estilo como forma de expresión pura. Este thriller de atracos es casi tan clásico como La estafa maestra (2003), tiene un reparto de la profundidad psicológica de un papelillo al viento y cae en un espiral narrativo bastante estándar, ¡pero! avanza con la vidilla de quien conduce de noche, al son de su canción favorita.
Y es que Baby Driver allana la precisión dramatúrgica de Edgar Wright para volverla digna de un crowd-pleaser, un derroche de gracia en las ideas visuales y de montaje digno de los mejores fuegos artificiales. Poco importa que recordemos apenas más que su dispositivo. Para películas con tanto flow y más chicha, ya tenemos Bienvenidos al fin del mundo.
Zombies Party (2004)
Zombies Party (2004) es la película que mostró las señas de identidad características del Wright como director: los barridos rápidos, los zooms y la comedia slapstick convertida en un espectáculo visual, las transiciones locas y el uso narrativo de la música, todo está ahí. Además, la debacle del inútil Shaun y Ed (Simon Pegg, siempre acompañado de Nick Frost) representa el ejemplo perfecto de cómo explotar a fondo todo lo que la comedia y el terror pueden aportar, como géneros, a una historia… Y sigue siendo más divertida que Bienvenidos a Zombieland (2009).
La primera de tres entregas de la Trilogía Cornetto, antes de Arma fatal, es también la mejor traducción de un título de Wright al castellano (el propio cineasta reconoce tener un póster de la versión española en casa) .Aunque quizás porque la película resulta indudablemente British y no se avergüenza de ello, es muy difícil no sonreír viendo a la pareja de colegas confraternizar con un zombi al que confunden con un borracho.
Arma fatal (2007)
Lo mejor que el folk horror ha parido desde los años setenta en Inglaterra (con la honrosa excepción del cine de Robert Eggers) ha sido su propia parodia: Arma fatal (2007). También, y por qué no decirlo, es la mejor continuación de las buddy cop movies desde Arma letal (1987), a la que se referencia una y otra vez. Aquí el superagente de policía Nicholas Angel (Pegg) debe resolver –con la ayuda relativa del inepto Danny (Frost) una serie de asesinatos rituales en una campiña idílica y poblada de personajes con intenciones dudosas, todos memorables.
Pero si la segunda entrega de la trilogía Cornetto logra ser tan graciosa como Zombis Party es porque, ante todo, es una comedia audiovisual completa: una película que entiende que en una panorámica a tiempo se puede parodiar todo un género, o que cuatro detalles valen más que mil palabras. Y si cuando acabes te encuentras queriendo a sus protagonistas, es normal… Más allá de la parodia, esta es una película redonda.
Bienvenidos al fin del mundo (2013)
La última y más ignorada de toda la trilogía Cornetto supone asimismo la entrega más madura y –creo yo– conseguida. Bienvenidos al fin del mundo (2013) trabaja ahora sobre el género de la invasión alienígena para, en el fondo, escribir sobre un niño crecido o un adulto acabado. Pegg, cambiando su típico rol de “listo” con Frost, el “tonto” habitual, es en esta “dramedia” (porque la gracia y la tristeza coexisten) un alcohólico que utiliza a sus amigos y que cree no tener nada mejor que beber hasta destruirse…
Quizás su arco de redención –hasta aprender que la amistad es válida por sí misma– os parezca pequeño para los altos vuelos que consigue el film, pero el desastre humano al que nos enfrentamos, con este grupo de amigos que nada tienen ya que decirse, es tal que no podemos hacer más que sonreír. La acción, la música y el músculo dramatúrgico siguen ahí, pero esta es quizás la mejor película de Wright como storyteller humanista.
Scott Pilgrim contra el mundo (2010)
Una advertencia: aunque acabe cayéndote bien, Scott Pilgrim encarna a una bandera roja con piernas. Destruye todo lo que toca sin darse demasiada cuenta, y acumula hasta siete “ex malvadas”, todas con más razones que malicia; tú seguramente te pongas de parte de ellas. Sin embargo, sus intentonas por recomponerse en Scott Pilgrim contra el mundo (2010), tan genuinas y encantadoras como las del mismo Michael Cera en Supersalidos (2007), son motivo bastante para que lo adoptes sin juzgarlo demasiado.
Ahora, si en sus trabajos anteriores Wright mostraba su amor por el cine, aquí nos deja ver también su pasión por los videojuegos y los cómics. La cosa resulta en una virguería repleta de luces y colores, de pantallas de carga improvisadas y combates épicos… Un homenaje en la línea de la parodia acartonada de Deadpool (2016) pero con mucha más labia. Aunque al film no le faltan elogios ya, porque hoy se ha convertido en un clásico de culto, en su momento supuso un fracaso indudable de taquilla. Eso sí, esta historia de amor tan extravagante como épica sigue siendo lo más fresco, perfecta para ver con colegas, y el anime Scott Pilgrim da el salto (2023) da buena fe de ello.



























































































