El estreno de Wicked (2024) y su secuela, Wicked: Parte 2 (2025), han despertado un renovado interés por el universo de Oz, pero también han revelado que hemos dado por sentadas muchas cosas que no corresponden con la fuente original de la historia. La adaptación musical de Jon M. Chu se atreve a cambiar nuestra visión de El mago de Oz (1939), pero esta ya había transformado radicalmente las novelas originales de L. Frank Baum, como el icónico color verde de la Bruja Malvada del Oeste.
Muchos elementos que asociamos con la iconografía Oz son invenciones, y vamos a repasar las principales diferencias entre lo que propuso Baum y lo qué nació en Hollywood.
La bruja nunca fue verde: el invento del Technicolor que cambió la historia
Wicked mantiene a Elphaba con piel verde, una característica canónica en la cultura popular. Sin embargo, en las novelas originales de L. Frank Baum, la Bruja Malvada del Oeste nunca se menciona color alguno. De hecho, Baum ni siquiera le dio nombre a este personaje, limitándose a llamarla "la Bruja Malvada del Oeste", y el verde llegó en 1939 con la interpretación de Margaret Hamilton para la película de MGM, una decisión puramente estética motivada por la entonces revolucionaria tecnología Technicolor. Los productores querían aprovechar al máximo las posibilidades del color y optaron por un maquillaje verde brillante que destaca en pantalla. Esta elección visual resultó tan impactante que se convirtió en la definición del personaje para generaciones futuras.
De hecho, originalmente no tiene planes diabólicos, sólo se interesa remotamente en Dorothy cuando pone un pie en su territorio por primera vez y no dura mucho más de dos o tres capítulos en el libro, aunque es mucho más grotesca: solo tiene un gigantesco ojo en el centro de la frente, lo que la hace parecer mucho más malévola. Gregory Maguire decidió mantener el color verde como elemento central de la discriminación que sufre Elphaba desde su nacimiento en su novela, donde el bebé también tiene dientes afilados de tiburón con los que arranca un dedo a la comadrona, mucho más oscuro que el musical y las películas de Jon M. Chu. Oz, un mundo fantástico (1985) tiene brujas hasta elegantes, mientras que Oz, un mundo de fantasía (2013) muestra a la bruja del oeste transformándose en verde tras una traición, no de nacimiento.
De plata a rubí: los zapatos que cambiaron de color por la cámara
Otro elemento icónico en la mitología de Oz son los zapatos mágicos de Dorothy, de rubí reluciente y cubiertas de lentejuelas rojas, célebres gracias a la inolvidable imagen de Judy Garland golpeando los tacones tres veces mientras repite "no hay lugar como el hogar". Pero en la novela original eran de plata, no de rubí, y el cambio de color fue otra decisión técnica de MGM para dar lustre al Technicolor, ya que el plateado original quedaba opaco en pantalla. El par se convirtió en uno de los objetos de memorabilia cinematográfica más valiosos de la historia, llegando a subastarse pares por más de 32 millones de dólares.
Hay estudiosos que interpretan que los zapatos de plata en el libro de Baum eran una metáfora sobre el debate monetario del bimetalismo en Estados Unidos de principios del siglo XX, aunque en Wicked se recuperan los zapatos plateados originales de Baum por cuestiones de derechos de autor, ya que los zapatos de rubí son propiedad exclusiva de MGM. No hay mal que por bien no venga, pues conecta con la fuente original, pero en otras versiones como El mago (1978), con Diana Ross y Michael Jackson, también se reinterpretaron con el plateado, pero con su propia estética urbana de tacón alto discotequero.
La falsa Ciudad Esmeralda
En la película de 1939 y en Wicked, la ciudad Esmeralda es verde de verdad, construida con esmeraldas y materiales de ese color, pero en la novela original de Baum "no es más verde que cualquier otra ciudad". El color es una ilusión creada por el Mago de Oz, quien obliga a todos los visitantes y ciudadanos a llevar gafas tintadas que hacen que todo parezca verde. Algo acorde con la verdadera identidad de ilusionista y charlatán y un gobierno lleno de engaño y manipulación de la percepción. Las gafas son otro "embuste" para mantener su poder, para proteger los ojos de los visitantes de la "brillantez y gloria" de la ciudad.
El musical de Broadway de Wicked sí mantiene las gafas verdes en la canción "One Short Day", donde Glinda las usa según la tradición de la ciudad, un guiño a los lectores de Baum perpetuado en la novela de Maguire, convirtiéndolo en una metáfora sobre cómo el color verde de Elphaba la hace sentirse aceptada en la ciudad, ya que nadie percibe su diferencia cuando todo el mundo ve verde. Por otra parte, en 1939 se decidió convertir la aventura de Dorothy en un sueño —en lugar de la excursión real del cuento de hadas de Baum— con nuevos personajes creados en Kansas que aparecerían en Oz como manifestaciones psicológicas lógicas de vecinos y familia.
El final de ‘Los Serrano’ y otros cambios
Un “final a lo Los Serrano” que irritaría a muchos lectores que veían un toque cobarde en la decisión. De hecho, toda la introducción en blanco y negro es mucho más corta en el libro, que no pierde tiempo y va directo al grano, con el tornado apareciendo prácticamente en la primera página. Dorothy, además, pasa semanas, tal vez incluso meses, en Oz, en vez de solo unos días. Parece ser una preadolescente en la película, pero es una niña más pequeña, como mostraba Oz, un mundo fantástico. En el libro, Glinda es en realidad la Bruja Buena del Sur y no aparece hasta el final de la novela, incluso la Bruja Buena del Norte tiene un nombre diferente, a veces se la conoce como Locasta o Tattypoo, pero no Glinda.
Probablemente, los dos personajes se combinaron en uno solo por limitaciones de tiempo. Además, no es la Bruja Buena quien salvaba a los amigos en el campo de amapolas, sino la Reina de los Ratones de Campo, quien convoca a miles de ratones para que se los lleven lejos de allí. Estos y otros cambios, como un epílogo mucho más largo en la novela, nos recuerdan que el Oz que conocemos es tanto creación de Hollywood como de Baum, una mezcla de literatura, tecnología cinematográfica y decisiones creativas que han construido un universo múltiple, con una nueva capa interpretativa añadida en cada adaptación, manteniendo vivo un cuento de hadas americano que lleva más de un siglo reinventándose.



























































































