¿Está el nuevo Drácula de Luc Besson entre los mejores de la historia del cine? A raíz del estreno, de esta esperada superproducción, hacemos recuento de cuáles son las doce mejores versiones cinematográficas de la novela de fantasía gótica que Bram Stoker publicó en 1897, las ponemos por orden, te decimos en qué plataformas puedes encontrarlas, y qué posición ocupa la de Luc Besson en este Top 12.
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1. ‘Nosferatu’ (1922)
Sigue habiendo quórum en que el insuperable clásico silente de F. W. Murnau es la mejor versión cinematográfica de la novela de Bram Stoker, por mucho que el alemán se dedicara a plagiarla sin remilgos y ponerle el título de Nosferatu para que pareciera otra historia distinta. Pero basta echarle un vistazo al Drácula que protagonizó Bela Lugosi para detectar lo evidente. La diferencia está en el vampiro en sí mismo: el conde Orlok encarnado por Max Schreck es realmente terrorífico, calvo, con profundas ojeras, orejas de murciélago y uñas de Rosalía. Esta joya sólo puede ser la primera de esta lista porque, con vampiro o sin él, sencillamente es una de las películas más influyentes de la historia del cine, comparable a El Gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1919), que sigue siendo la más icónica del expresionismo alemán.
2. ‘Drácula’ (1931)
El Drácula de la Universal protagonizado por un Bela Lugosi que, de tanto interpretar al vampiro –sólo dos veces en el cine, pero en más de mil funciones sobre las tablas–, acabó creyéndose su reencarnación, fue durante décadas el más canónico. Muy en la línea de otros clásicos del estudio protagonizados por Boris Karloff como Frankenstein o La momia, sigue capitalizada por la extraña fascinación que produce Lugosi, un actor completamente atípico en el Hollywood de la época, y no sólo porque durmiera en un ataúd. Elegantísimo con su frac, su capa y su fino pelo peinado engominado hacia atrás, Lugosi inquietaba por la autenticidad que desprendía origen húngaro, algo que se notaba en su mirada, fisonomía y acento. El más clásico de los Dráculas sigue siendo una película atractiva que produce un extraño pavor. Y la que más alimenta la leyenda.
3. ‘Drácula de Bram Stoker’ (1992)
La versión de Francis Ford Coppola es mucho más próxima a la novela, hasta el punto de poner al autor en el título, y desde el punto de vista estético es el modelo más evidente para el Drácula de Luc Besson protagonizado por Caleb Landry Jones, que recuerda muchísimo al vampiro interpretado en su día por un camaleónico Gary Oldman, que tan pronto aparecía joven con sombrero de copa y gafas redonditas o de viejo malvado con túnica y pelo blanco peinado con forma de ensaimadas. Como en la versión Besson, Coppola convirtió al Drácula de Bram Stoker en un antihéroe romántico empeñado en convertir a Winona Rider en “la concubina del Diablo” por citar a Anthony Hopkins haciendo de Van Helsing. Operística y visualmente apabullante, sigue siendo una de las más espectaculares producciones de terror de todos los tiempos, dos años después de cerrar la trilogía de El Padrino. Un último acto de grandeza.
4. ‘Nosferatu: Vampiro de la noche’ (1979)
Werner Herzog sorprendió con su particular remake Nosferatu: Vampiro de la noche en el que brilla su “enemigo íntimo” Klaus Kinski caracterizado como el Max Schreck del Nosferatu original, con cuatro horas de maquillaje encima. A la par fascinante y repugnante, Kinski se lleva la palma del vampiro más excéntrico en una liga en la que podría entrar a jugar el Udo Kier de Sangre para Drácula, si la película de Paul Morrissey hubiera entrado en este ajustado top. Una rareza absoluta en la filmografía del director de clásicos como Aguirre, la cólera de Dios o Cobra verde, que ya se beneficiaban del desmesurado histrionismo desbocado de Kinski, aquí enmarcada en un delirio gótico que realmente no tiene parangón, aunque podría llegar a formar una buena doble sesión con El ansia por su rollo ochentero. Imprescindible además para los fans del rostro de porcelana de Isabelle Adjani, que llegaría a la cima del terror con La posesión.
5. ‘Drácula’ (1958)
Si Bela Lugosi definió los atributos del Rey de los Vampiros en los años 30, Christopher Lee lo redefinió completamente a lo largo de una serie de producciones de la Hammer que arrancaron con este Drácula dirigido por Terence Fisher. Lee vestía con la misma elegancia que Lugosi, y tenía el mismo porte distinguido, pero prácticamente babeaba sangre, y su libido estaba mucho más disparada, amén de estar siempre bien rodeado de rollizas mujeres prestas a ser convertidas al vampirismo. Fisher volvería a la carga con ese ángulo de ataque erótico festivo en la también recomendable Las novias de Drácula, en la que Lee brillaba por su ausencia, aunque Peter Cushing seguía siendo el imprescindible Van Helsing. En un top de Van Helsings, no cabe duda de que ganaría él por estacas clavadas en corazones de vampiros. Un año después, volverían a brillar los dos juntos, esta vez en el mismo bando, en la primera adaptación de una novela de Sherlock Holmes en color, El perro de Baskerville (1959), con Fisher y para la Hammer.
6. ‘Dracula: Pages from a Virgin's Diary’ (2002)
La versión en ballet llevada a cabo por Guy Maddin fue la Mejor Película del Festival de Sitges de aquel año, donde encontró a un público de devotos bebedores de sangre capaces de admirar una obra singular. Silente y en blanco y negro, como el primer Nosferatu, y también con muchos toques expresionistas que recuerdan al filme de Murnau, Dracula: Pages from a Virgin’s Diary tiene como gran protagonista al bailarín Zhang Wei Qiang, un Drácula tan elegante como amable, eterno protagonista de una tragedia gótica en la que emergen temas como los celos, la liberación sexual y hasta la política anti-migratoria. Sin duda la aproximación más original del lote, aunque limitada a los espectadores interesados en películas ballet como Las zapatillas rojas, así como a los connoisseurs de filmes de culto como My Winnipeg o The Saddest Music in the World, ambas entre las mejores del canadiense.
7. ‘Nosferatu’ (2024)
Mucho más arriba que el Drácula de Luc Besson, llegó el reciente Nosferatu de Robert Eggers, que reinventó completamente el monstruo gracias a un nuevo tipo de maquillaje y a la entregada interpretación de Bill Skarsgård, que incorpora al canon un vampiro particularmente repugnante, pero no menos lascivo, tal y como atestiguan las húmedas sacudidas orgásmicas de Lily Rose-Depp, entregadísima a la representación del deseo más extremo. Por lo demás, el argumento vuelve a ser similar al de sus distintos precedentes, y es sin duda la película más recargada y barroca del director de La bruja o El faro, mucho más logradas, austeras y minimalistas. Pero sigue siendo una gran aportación, con infinidad de detalles que reclaman un segundo visionado.
8. ‘Drácula’ (1979)
La Universal logró reinventar el mito con la ayuda de un impecable Frank Langella y un Van Helsing de lujo: Laurence Olivier, ambos bajo la dirección impecable de John Badham y al son de la música de John Williams. A lo grande, con la versión más play-boy al estilo 70’s del príncipe de las tinieblas y recién llegado a Londres desde su Transilvania natal. Este nuevo Drácula empieza y también acaba en un barco, contiene hallazgos como el caballo blanco, que ya estaba en la novela y nunca se había utilizado, y es de lo más elegante, salvo en algún encuentro sexual. Su lado más romántico la acerca de la versión Coppola, pero sigue siendo una película con sello propio, y puede que la mejor del director junto a Fiebre del Sábado noche.
9. ‘Drácula, príncipe de las tinieblas’ (1966)
Secuela directa del clásico de 1958 con Terence Fisher detrás de la cámara, patrocinio de Hammer Films y Christopher Lee regresando a la vida gracias a la ayuda de su devoto criado que atrae al castillo a cuatro incautos turistas británicos que tuvieron la mala idea de pasar las vacaciones en los Cárpatos. Como en su precedente, Drácula, príncipe de las tinieblas aporta litros de sangre escarlata, y una Barbara Shelley dispuesta a todo después de haber sido convenientemente mordida en el cuello por el no muerto. A ver, la trama, necesariamente innovadora, respecto a las seis películas que acabamos de enumerar y que repiten más o menos el mismo esquema, no es el derroche de imaginación que podría haber sido y el bueno de Van Helsing ha sido sustituido por un monje (Andrew Keir) lo cual siempre es un bajón. Pero sigue siendo una de las películas más populares y televisadas de Hammer Films.
10. ‘Drácula vuelve de la tumba’ (1968)
Un accidentado Terence Fisher fue sustituido por Freddie Francis, director de fotografía de clásicos como Suspense (Jack Clayton, 1961), que pudo imprimir su elegancia visual, a través del trabajo del a su vez director de fotografía Arthur Grant, a este nuevo retorno de la tumba de un Christopher Lee con los ojos inyectados de sangre. La carga erótica de los anteriores Drácula de la Hammer se dispara en Drácula vuelve de la tumba, de nuevo con el Lee más seductor, que despierta el deseo de dos jóvenes que rivalizan entre sí por sus colmillos. Si en Drácula, príncipe de las tinieblas era un monje quien lo acababa derribando de un escopetazo, aquí es otro clérigo el que lo devuelve a la vida. Una de las últimas grandes películas de vampiros de la Hammer, cuyo reinado iría decayendo con el tiempo, rebajándose a la facturación de subproductos.
11. ‘Drácula’ (2025)
El Drácula de Luc Besson podría acabar encontrando aquí su puesto en este top, lo cual no está nada mal, teniendo en cuenta las infinitas versiones más o menos infieles que nos ha dado la gran pantalla de la novela de Bram Stoker. Visualmente apabullante, esta superproducción intenta medirse con la de Coppola, reinventando la historia de un modo en el que el despliegue de medios no se traduce en un guion coherente, un rasgo al fin y al cabo bastante bessoniano. El protagonista de la más felizmente excéntrica Dogman se convierte aquí en vampiro para vengarse de Dios por la muerte de su amada en el siglo XV, y vuelve a encontrarse con ella (Zoë Bleu Sidel) unos cuantos siglos después en una versión alternativa y muy sentimentalizada del clásico. Besson siempre tendrá algo de peluquería de barrio en todo lo que hace, es su marca autoral.
12. ‘Las novias de Drácula’ (1960)
Ya lo habíamos anunciado. Fisher y Peter Cushing como Van Helsing regresaron en esta nueva producción de la Hammer para cazar a un vampiro que, en realidad, no es Vlad el Empalador, ni Drácula, sino el medianamente apuesto barón Meinster que su madre mantiene encerrado desde que fue vampirizado. Por miedo a quedar encasillado, Lee rehusó fichar en esta segunda entrega en la que sigue muerto, aunque “sus discípulos viven para propagar su culto y la corrupción sobre el mundo”. Las novias de Drácula tiene el sello del mejor director de la Hammer, pero no está entre sus mejores películas, aunque puede que tenga sus incondicionales, en parte por esas novias del título, que al final tampoco son tantas, aunque pueden engrosar sus filas gracias a Yvonne Monleur, la víctima perfecta.



























































































