A día de hoy, por fin hemos superado la discusión sobre si las adaptaciones son mejores o peores que el libro, juego o bote de champú del que parten: la página y la pantalla, simplemente, comunican de maneras distintas. A la vez, comparar materiales originales y sus respectivas adaptaciones resulta más que fructífero para entender cómo trabaja cada medio y por qué algunos originales ya están pensados de manera tan visual que piden ser –sí o sí– adaptados.
Por ejemplo, Los últimos de nosotros (2023) construye su relato desde una perspectiva psicológica compleja, una línea narrativa inamovible y un puñado de escenas cinemáticas que, aun cuando HBO no había anunciado su adaptación “a tele”, ya pedían reinterpretarse en clave cinematográfica o serial.
Las adaptaciones también pueden actualizar el contenido de las obras de las que parten. Joker (2019) reconfigura el imaginario alrededor del Guasón de Gotham con la salud mental en el centro, y en una doble vuelta de tuerca Watchmen (2019) se inspira tanto en el cómic de Vertigo como en la película de Zack Snyder, sacando el polvo al relato de Alan Moore y cuestionando el fandom que reunió.
En fin, las adaptaciones toman caminos sorprendentes y muy productivos, así que en JustWatch les hemos prestado homenaje destacando cinco trabajos que propusieron alternativas interesantes (es decir, “mejoraron”) sus materiales de base. Pasen y lean.
El castillo ambulante (2004)
La adaptación animada de El castillo ambulante (2004), dirigida por Hayao Miyazaki, transforma la novela de Diana Wynne Jones en un espectáculo visual sin parangón, uno con que no pueden compararse ni la imagen real ni la letra impresa; claramente al nivel de El viaje de Chihiro (2001). Mientras que el libro profundiza en los aspectos mágicos y lógicos del mundo de Howl, la película de Ghibli se centra en la plasticidad de los cuerpos y la belleza rotunda del paisaje europeo.
Como El arco de Reze (2025), es hija tanto de la novela como de la mezcla perfecta entre una puesta en escena poderosa y la fuerza de la animación contemporánea. Además, Miyazaki introduce además una dimensión antibélica apenas presente en la novela, que la vuelve imprescindible como obra de arte, pero también como pieza de activismo.
Clueless (Fuera de onda) (1995)
En la línea de las actualizaciones, quizás te sorprendas al descubrir que Clueless (Fuera de onda) (1995) adapta libremente la Emma de Jane Austen. Amy Heckerling dio brillo nuevo al argumento trasladando la historia a un instituto de Beverly Hills en los años noventa. Sustituye la sociedad inglesa y los complejos juegos sociales de la aristocracia por el mundillo del instituto: al final, todo es fiestas, moda y cotilleo.
La gran diferencia entre ambas recae –de hecho– en cómo el retrato social en estricto presente convierte la realidad en pura sátira, anticipando la acidez que tanto apreciamos en el género mumblecore y hasta en la posterior Fleabag (2016). Por lo demás, ¿cómo nos quedaríamos con Austen, cuando tenemos a Cher por protagonista?
Chainsaw Man - La película: El arco de Reze (2025)
Sé que puedo ser la única persona en opinar así, pero ahí va: el manga de Tatsuki Fujimoto del que parte el anime de Chainsaw Man (2022) es y será para siempre mucho más interesante que la serie. Ya sólo porque el estilo de dibujo resulta infinitamente más bruto y desproporcionado, lo cual conjuga más con el reparto de deshechos morales que lo encabeza, o por lo menos mejor que la pulcritud inmaculada de la animación de MAPPA.
Dicho esto, Chainsaw Man - La película: El arco de Reze (2025) toma el arte y el presupuesto de la serie original y los desmejora, destripando y experimentando con mil estilos de acción pero sin restar un épice brío a unos combates pirotécnicos, que se ven igual que se escucha una canción de trash metal del bueno o se disfruta del anime glam de Inu-Oh (2022). Quédate con la estética y la música del anime original, hazla punk, y tienes una obra sublime.
The Leftovers (2014)
Como Clueless (Fuera de onda) sobre Emma, The Leftovers (2014) poco o nada tiene que ver con la novela de Tom Perrotta. Si aquella apenas atisbaba una premisa potente, la historia sólo se desarrolla de veras en la serie de Damon Lindelof sobre los efectos catastróficos de la desaparición repentina del 2% de la población mundial. Al contrario del libro, centrado en Kevin Garvey y su familia, la serie multiplica perspectivas y desarrolla personajes secundarios, como la comunidad de Mapleton y los cultos, que se expanden hasta convertirse en claves sobre el dolor y la incertidumbre.
Claro que la novela de base merece una lectura, pero doblan la apuesta a toda la potencia emocional que la imagen permite Lindelof, y el ejército de gente talentosa que escribió para él, como Craig Zobel (de hecho, si le restamos el componente fantástico queda algo bastante parecido a Yegua de Easttown). Otra recomendación del estilo: Chernobyl (2019) de Craig Mazin.
Psicosis (1960)
Alfred Hitchcock era un tremendo fan de las obras pulp. Igual que Steven Spielberg con Tiburón (1975), o Miyazaki con El castillo ambulante, tantas de sus películas adaptan novelas baratas –y mayoritariamente malas– hoy resignificadas como clásicos atemporales. Psicosis (1960) fue una de ellas y, de hecho, en el ADN de la película aún se intuyen marcas deliciosas de la baratija original. O sea: ¿cómo no va a ser pulp una historia sobre un incel que mata disfrazándose de su madre muerta?
El gran cambio, sin embargo, viene de la voz narrativa. Hitchcock elimina ese acceso directo a la psique de Norman Bates, mientras procura observarla a través de gestos nerviosos y tics. Por ello la escena de la ducha nos sigue espantando, no esperamos nunca la muerte que parte la película en dos y seguimos preguntándonos por los ojos de Anthony Perkins del final más inquietante que recuerdo. Imagínate una voz en off comentándolo todo…


























































































