Si te causa curiosidad y quieres ver todas las películas de Studio Ghibli, este es tu lugar indicado para saber dónde encontrar cada título online en España. Hemos listado todas sus creaciones de animación en orden de lanzamiento para hacer una maratón y viajar por la historia del estudio. Desde su primera producción de 1984, Nausicaä del valle del viento, hasta películas más recientes como El niño y la garza, que se ha llevado en 2024 un nuevo Oscar a Mejor largometraje de animación para el estudio.
Encontrarás desde las obras de Hayao Miyazaki, el corazón del éxito de Ghibli responsable por clásicos como El viaje de Chihiro, pero también de otros directores como Isao Takahata, director de La tumba de las luciérnagas. Cada título promete una experiencia única, transportando a la audiencia a fantásticas fantasías con personajes admirables y enternecedores que quedan por siempre en su memoria. ¡Clásicos indispensables para cualquier fanático de la animación!
Nausicaä del Valle del viento (1984)
Seamos claros, la que se considera la primera película de Studio Ghibli no lo es, técnicamente, pues fue producida antes de la fundación del estudio por Toei Company. Sin embargo, se le agrupa con el resto de las obras de Miyazaki pues ya despliega su singular dirección de arte y preocupaciones temáticas.
Nausicaä del Valle del viento es una fantasía post-apocalíptica en el que la princesa adolescente homónima debe luchar contra un imperio que busca destruir una jungla habitada por enormes insectos mutantes, lo que sería catastrófico para el planeta. Miyazaki ya demuestra en su primera película mezcla de elementos steampunk con protagonistas femeninas independientes y un discurso profundamente ambientalista. Aunque ya se le nota un poco el paso de los años en lo visual, temáticamente es más vigente que nunca. Además, dentro de la filmografía de Miyazaki, la disfrutarás más si te gustan las historias como Duna, Avatar o incluso el anime Edén, todas ellas historias similares en temáticas y mundos.
El castillo en el cielo (1986)
Esta sí es, oficialmente, la primera producción de Studio Ghibli, pero que igual hereda de su predecesora el estilo artístico y temática ambientalista.
El castillo en el cielo es otra fantasía con elementos steampunk, sobre dos niños huérfanos en una carrera contra piratas de los cielos y oficiales del gobierno para redescubrir el mítico castillo flotante de Laputa, que se rumora aloja codiciada tecnología avanzada. Es una película que, de nuevo, mezcla fantasía, aventura y ciencia ficción para explorar temas como la relación de la humanidad—a menudo abusiva—con el medio ambiente y la tecnología. Notarás su influencia en tantas otras películas sobre temas similares como Atlantis: El imperio perdido de Disney, o visualmente en obras tan recientes como Robot salvaje de DreamWorks.
Mi vecino Totoro (1988)
La segunda película de Studio Ghibli es, fácilmente, su más emblemática, al grado de que su personaje titular se convirtió en la mascota del estudio. Sin embargo, cuenta una historia mucho más pequeña en comparación no sólo a sus predecesoras, pero también a mucho de lo que vendría después.
Eso no es algo negativo en absoluto. Mi vecino Totoro es una película sobre dos hermanas y su padre, que se mudan a una vieja casa en el campo mientras su madre está hospitalizada. Juntas, deben aprender a colaborar en la casa e ir a la escuela, pero mientras están solas, viven aventuras con un gentil espíritu del bosque. Es una historia de lo más cotidiano que rescata los temas ambientalistas de Miyazaki una vez más, pero que también habla del poder de la imaginación y de la magia que existe en los pequeños momentos. Su influencia puede verse en otras obras tan emblemáticas de la animación como Toy Story y Cómo entrenar a tu dragón, pero con una filosofía sobre la relación entre seres humanos y el mundo natural que informará el resto de la filmografía de Ghibli, y de Miyazaki en general.
La tumba de las luciérnagas (1988)
El colaborador más significativo en la trayectoria de Miyazaki fue Isao Takahata, cofundador de Studio Ghibli, productor y tanto animador como director por derecho propio. En cierto modo, ambos eran considerados las dos caras de la misma moneda, y nada lo demuestra mejor que esta película, estrenada en conjunto con Mi vecino Totoro.
La tumba de las luciérnagas no es una película de fantasía para niños, sino un drama bélico tan realista como trágico. La trama sigue a un chico y su pequeña hermana que deben luchar por sobrevivir cuando quedan huérfanos debido a los bombardeos durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Superficialmente, podría ser comparada con otras películas sobre la infancia durante la guerra, como La ladrona de libros o La vida es bella. Sin embargo, la visión que ofrece Takahata sobre el impacto de la guerra en los niños es impasiblemente realista. Sería más pertinente compararla con títulos como la rusa Ven y mira, o incluso la clásica Godzilla de 1954 por su mirada específica a las repercusiones de la guerra en Japón. Son cuestiones que vale tener en mente antes de entrar, y no te culparemos si no quieres regresar a este filme.
Nicky, la aprendiz de bruja (1989)
El tercer largometraje de Hayao Miyazaki propiamente dentro de Studio Ghibli continuaría en una línea similar a Mi vecino Totoro: una historia cotidiana situada en un mundo de fantasía, y donde la aventura es más mundana y personal, pero no por ello menos significativa.
Nicky, la aprendiz de bruja sigue a la protagonista titular en un rito de iniciación: debe encontrar un pueblo al cual irse a vivir y ser independiente. Se establece en una ciudad donde ofrece a una panadería sus servicios como repartidora a cambio de alojamiento, pero pronto va descubriendo las implicaciones de sus nuevas responsabilidades. Con la ya característica animación vibrante de Miyazaki, es una película emotiva y tierna que te gustará si disfrutaste de otros títulos similares como Los niños lobo de Makoto Shinkai (que también habla sobre crecer y madurar) u otras posteriores pero claramente influenciadas por el trabajo del estudio, como Red de Pixar.
Recuerdos del ayer (1991)
El trabajo de Isao Takahata con Studio Ghibli continuaría en la misma veta más realista en contraste con la de Miyazaki, aunque para su segunda película, optó por algo mucho más cotidiano y menos trágico.
Recuerdos del ayer es, en resumidas cuentas, la historia de una joven mujer que se toma un descanso para viajar al pueblo donde vivió su infancia. La trama alterna entre su presente (y sus dudas sobre el futuro) y sus memorias de la niñez, tan íntimas como mundanas, bellas y dolorosas. Es una película con un espíritu muy similar a Cuentos de Tokio y tantas otras en la filmografía del legendario Yasujirō Ozu, y sin duda encontrarás ecos de ella en títulos tan recientes como Pequeña mamá de Céline Sciamma, Mirai, mi hermana pequeña de Mamoru Hosoda o, en ciertas formas, en Soul de Pixar.
Porco Rosso (1992)
Para el que bien podría ser su largometraje más inusual—que ya es decir—, Miyazaki optó por contar una historia situada en la Italia del período entreguerras, basada en un pequeño manga sobre aeroplanos de su autoría.
Porco Rosso trata sobre un as de la aviación que, con una maldición que lo ha transformado en un cerdo antropomórfico, ahora trabaja como mercenario para derribar piratas aéreos sobre el mar Adriático, mientras se establece el gobierno fascista en Italia. A pesar de su contexto histórico que obliga cierto realismo, es una fantasía de aventuras con la marca de la casa, sólo comparable con lo que Miyazaki haría décadas después con El viento se levanta. Sin embargo, dados sus temas, podrías disfrutarla si te gustó Pinocho de Guillermo del Toro, otra producción de animación que, si bien no cuenta con aviación, sí aborda el ascenso del fascismo desde la fantasía.
Puedo escuchar el mar (1993)
Esta película a menudo pasa desapercibida en la ilustre filmografía de Studio Ghibli por varios motivos. Entre ellos, que fue dirigida por Tomomi Mochizuki (o sea, la primera del estudio que no fue encabezada por Miyazaki ni Takahata), ni fue estrenada en cines, sino transmitida por televisión. Pero esto es por un buen motivo: la producción fue pensada para dar al personal más joven del estudio una oportunidad, relativamente a bajo costo, de trabajar en un proyecto por su cuenta.
Aunque la animación—pensada para televisión, a final de cuentas—no es tan pulida como la de las grandes obras maestras de Ghibli, nada de esto quiere decir que sea una mala película. Puedo escuchar del mar es una melancólica historia sobre la nostalgia por los amores de juventud, en este caso, con un triángulo amoroso en el medio. Es comparable a las películas de Takahata como Recuerdos del ayer por su carácter mundano, pero si te gustan las melancólicas películas de Wong Kar-wai o los coming-of-age estadounidenses en el estilo de Las ventajas de ser invisible, hay mucho aquí que te puede gustar.
Pompoko (1994)
Dados sus temas, la tercera película de Studio Ghibli dirigida por Isao Takahata bien podría pasar por una película de Miyazaki, en realidad: es una fábula con toques de comedia que también aboga por el ambientalismo. Además, tiene la distinción de ser de las primeras producciones del estudio que experimentaron con imágenes generadas por computadora.
Pompoko es la historia de una comunidad de tanukis (animales similares a los mapaches que, en el folclor japonés, pueden transformarse) que, al enterarse de que su bosque será destruido en el nombre de la urbanización, deciden usar sus habilidades para sabotear la deforestación y las construcciones, aunque sus esfuerzos se salen de control—a veces cómicamente, a veces trágicamente—. Es una película similar a Vecinos invasores o Las travesuras de Peter Rabbit, en el sentido de que es protagonizada por animales haciendo fechorías en contra de los humanos. Si disfrutas de tales historias, esta película de Ghibli es para ti.
Susurros del corazón (1995)
Después de Puedo escuchar el mar, esta fue la primera película de Studio Ghibli en no ser dirigida por Miyazaki ni Takahata—aunque el primero sí escribió el guión—. El director fue Yoshifumi Kondō, uno de los animadores clave del estudio, con la esperanza de que fuera sucesor de sus fundadores. Sin embargo, lamentablemente, Kondō murió poco después, y esta fue su única película como director.
Susurros del corazón es otra historia cotidiana que mezcla elementos de fantasía. En este caso, trata sobre una chica que aspira a ser escritora, y un chico que fabrica violines, que se enamoran por una fortuita coincidencia en la biblioteca. Mientras tanto, ella tiene imaginativas aventuras en un mundo de fantasía, guiada por un mágico mentor felino. Sin embargo, el romance juvenil está al centro de todo, y es fácil compararla con otro clásico de animación más reciente en el género: la maravillosa Your Name, de Makoto Shinkai.
La princesa Mononoke (1997)
He aquí una de las obras monumentales no sólo de Studio Ghibli ni de la filmografía de Hayao Miyazaki, sino de la historia del cine, y punto. No sólo por su animación—que mezclaba técnicas de punta en 2D con experimentos más avanzados con las imágenes generadas por computadora—, sino por su historia sobre las tensiones entre la naturaleza y la industrialización.
La princesa Mononoke sigue a un joven guerrero que, al ser infectado por un monstruoso jabalí maldito, debe viajar en busca de una cura. Su aventura lo lleva al corazón de un conflicto entre el devastado mundo natural—y la princesa que busca protegerlo—y la creciente industrialización que, sin embargo, da trabajo y seguridad a la gente a pesar de desatar la ira de los dioses del bosque. Es una animación perfecta con una historia que contrasta puntos de vista antagonistas sin los simplismos del bien y el mal, comparable a sagas como Duna o animaciones más recientes como Wolfwalkers: Espíritu de lobo.
Mis vecinos los Yamada (1999)
Isao Takahata continuó dirigiendo películas con historias más cotidianas en Studio Ghibli, pero para esta producción en particular optó por una dirección de arte radicalmente diferente, una inspirada en el material fuente: el manga yonkoma (un formato cómico a cuatro viñetas) titulado Nono-chan, de Hisaichi Ishii.
Mis vecinos los Yamada es, en resumidas cuentas, una serie de episodios trágicos y cómicos en las vidas de una familia de clase media en Tokio. Con su estilo artístico extremadamente caricaturesco y a colores pastel, es una película que entra por los ojos para abrazar el corazón, y que disfrutarás muchísimo si te gustan otras propuestas cotidianas con eventuales fugas hacia la fantasía y la aventura, como las historias de Charlie Brown o películas como Paddington.
El viaje de Chihiro (2001)
Para muchos, esta es la joya de la corona de Miyazaki y de Ghibli, y quizá una de las mejores obras del cine de animación—algo que no voy a debatir en absoluto—. Algunos lo argumentan en virtud de que, además de ser formidable por sí misma, esta película fue la que atrajo la mirada de Occidente hacia Studio Ghibli, en el crucial momento en que el anime comenzaba a conquistar otras latitudes.
El viaje de Chihiro es, en esencia, una fantasía coming-of-age que ha sido comparada con otras historias similares como Alicia en el País de las Maravillas o Los mundos de Coraline. Sin embargo, con su mundo inspirado en el masivo panteón sintoísta y con una trama que aborda temas como la avaricia y la gula, la industrialización y la explotación, así como la memoria y la conexión con la naturaleza, se trata de una criatura totalmente diferente y que merece ser vista en sus propios términos, sin comparaciones con otras obras occidentales.
Haru en el reino de los gatos (2002)
Otra de las pocas películas de Studio Ghibli no dirigidas por Isao Takahata ni por Hayao Miyazaki, aunque este último sí contribuyó con la conceptualización inicial. Esta producción fue encabezada por Hiroyuki Morita (su primer y hasta ahora último largometraje cinematográfico).
En realidad, Haru en el reino de los gatos es un spin-off de Susurros del corazón, aunque con un tono mucho más ligero pero personajes y situaciones totalmente nuevas, retomando únicamente al personaje del Barón Humbert von Gikkingen. La trama sigue a una joven del instituto que salva a un felino de ser atropellado, y quien resulta ser el príncipe del Reino de los Gatos. Así, es invitada a visitar este otro mundo, aunque la aventura no resulta ser lo que ella esperaba. Aunque menos densa que otras propuestas como El viaje de Chihiro o su similar Alicia en el País de las maravillas, es una película que disfrutarás si te gustan las historias sobre viajes a otros mundos, o sobre felinos. Amor de gata, de Studio Colorido, es una producción similar, más reciente y comparable en su trama y temas. Si la viste, querrás revisar este título menos conocido de Ghibli.
El castillo ambulante (2004)
El regreso de Miyazaki como director después de la proeza de El viaje de Chihiro resultó ser, sencillamente, otra de las obras maestras del artista y del estudio.
El castillo ambulante, adaptación de la novela homónima de Diana Wynne Jones, sigue a Sophie, una joven que padece una maldición que la hace transforma en anciana, por lo que busca la ayuda del mago Howl, quien vive en un castillo andante. Sin embargo, él descubre que también necesita la ayuda de Sophie. Inspirada por su profunda postura antibélica ante la invasión de Estados Unidos a Iraq, Miyazaki tomó el material original y lo convirtió en un relato no sólo sobre la devastación absurda de la guerra, sino sobre el amor como antídoto. Es una maravillosa historia que ha hecho eco en otras más recientes, como Suzume de Makoto Shinkai o Raya y el último dragón de Disney. Si ha disfrutado de estas películas o de otras sobre jóvenes que descubren su valía y poder en mundos de fantasía, como El laberinto del fauno, dale una oportunidad a esta obra de Miyazaki.
Cuentos de Terramar (2006)
Adaptación de elementos pertenecientes a varios libros distintos en la saga literaria de Terramar, de Ursula K. Le Guin, esta película es notable en la historia de Ghibli por varios motivos. Entre ellas, que es el debut como director de Gorō Miyazaki, hijo de Hayao Miyazaki, y un episodio importante en su complicada relación (es una historia triste para otro día).
Cuentos de Terramar es una épica fantástica que sigue a un joven príncipe que, exiliado, pide la ayuda de un poderoso mago para devolver el equilibro al mundo. No es necesariamente una película recomendable para fans de la saga literaria dado que adapta varios aspectos de los libros con licencia creativa—además de ser, hay que decirlo, uno de los esfuerzos más débiles de Ghibli—. Sin embargo, si disfrutas de las épicas fantásticas de animación en la tradición artúrica, como Merlín el encantador o Taron y el caldero mágico, puede ser para ti.
Ponyo en el acantilado (2008)
Una de las películas de Studio Ghibli más accesibles para niños es esta tierna adaptación libre de La sirenita de Hans Christian Andersen, aunque con los mensajes de compasión y coexistencia con la naturaleza marca de la casa.
Ponyo en el acantilado sigue a un niño de cinco años que es arrastrado a una mágica aventura luego de rescatar a un pez en la playa, quien resulta ser una princesa que desea ser humana, lo que desata un conflicto entre el mundo submarino y el de la superficie. Naturalmente, es muy probable que te guste si viste o disfrutaste de La sirenita de Disney, aunque esta adaptación de Miyazaki tiene mensajes más relevantes para el público de la actualidad. Otras propuestas similares son Wolfwalkers: espíritu de lobo de Cartoon Saloon, además de Buscando a Nemo y sobre todo Luca, ambas de Pixar (esta última, con inspiración en Ghibli confesa por el director, Enrico Casarosa).
Arrietty y el mundo de los diminutos (2010)
Studio Ghibli entró a la segunda década del siglo XXI con el debut como director de Hiromasa Honebayashi, animador que desde décadas atrás trabajó en otras obras clave del estudio, como La princesa Mononoke y El viaje de Chihiro.
Arrietty y el mundo de los diminutos se inspira en el clásico de literatura infantil Los incursores (The Borrowers) de Mary Norton, y se sitúa en un mundo donde personas diminutas viven ocultas en la civilización humana, hasta que una pequeña aventurera es descubierta por un chico humano, formando una amistad entre ellos. Es una historia sobre superar prejuicios y forjar lazos de coexistencia similar a tantas otras películas de Ghibli (como la propia Ponyo en el acantilado, su predecesora). Sin embargo, la trama sobre un mundo oculto de seres diminutos te podrá resultar llamativa si disfrutaste de animaciones como Ratatouille de Pixar, Epic: el mundo secreto de Blue Sky o el clásico de ciencia ficción franco-checo El planeta salvaje.
La colina de las amapolas (2011)
El segundo esfuerzo como director de Gorō Miyazaki es, francamente, su mejor hasta el momento en virtud de contar una historia más pequeña y contenida, cotidiana en una línea similar a las películas de Isao Takahata, pero no por ello menos emotiva.
La colina de las amapolas se sitúa en la década de 1960, y sigue a una chica y un chico del instituto que forman una amistad que se complica por sentimientos románticos y los pasados de sus familias, entrelazados por las tragedias de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, intentan defender su escuela de la inminente demolición ante los inminentes Juegos Olímpicos de 1964. Es una emotiva ventana a Japón en su reconstrucción de la posguerra y a la agitación juvenil de la época, aunque con un elemento romántico más aterrizado que te encantará si disfrutaste de Recuerdos del ayer o Puedo escuchar el mar, ambas de Ghibli, o 5 centímetros por segundo, de Makoto Shinkai.
El viento se levanta (2013)
En su momento, el gran regreso de Hayao Miyazaki como director iba a ser su canto del cisne (y por un largo tiempo sería lo último que veríamos de su parte, pues su siguiente película no llegó sino hasta una década después).
El viento se levanta es un drama histórico con elementos de fantasía (y algunas adiciones ficticias) que recuenta la vida de Jiro Horikoshi, en particular su juventud y su carrera como el ingeniero de aviación detrás del Mitsubishi Ka-14, el principal avión del Imperio Japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Si lo que disfrutaste de Porco Rosso es el aspecto de la aviación, esta película debería ser tu siguiente parada. También debería serlo si te gustan las grandes historias de amor y perseverancia atravesadas por la guerra, en una línea similar a El paciente inglés.
El cuento de la princesa Kaguya (2013)
Entre las películas de Studio Ghibli, esta tiene un especial significado: resultó ser la última dirigida por Isao Takahata, cofundador del estudio, antes de su muerte en 2018, cinco años después del estreno.
Curiosamente, El cuento de la princesa Kaguya es una historia de corte más fantástico comparada con otras películas del director, como Recuerdos del ayer o La tumba de las luciérnagas, aunque sus temas son igual de terrenalmente humanos. La película parte del relato folclórico El cuento del cortador de bambú, pero lo cuenta desde la perspectiva de la misteriosa niña que el hombre encuentra dentro de un tallo de bambú. Con un estilo de animación minimalista a colores de acuarela, es un bello relato sobre encontrar la belleza en la vida a pesar del sufrimiento, con tintes feministas. Aunque pocas películas lidian de esta forma con seres divinos, es, al final de cuentas, una historia sobre una mujer encontrando su poder y propósito, por lo que podría ser para ti si disfrutaste de títulos como Vaiana de Disney.
El recuerdo de Marnie (2014)
Hubo un periodo en el que el futuro de Studio Ghibli parecía incierto: Miyazaki, el director emblema del estudio, había anunciado su retiro en 2013. La siguiente película de la casa de Totoro—y última por el futuro previsible—sería la segunda dirigida por Hiromasa Yonebayashi después de Arrietty y el mundo de los diminutos, pero posteriormente, él y otros miembros del staff se irían para unirse al Studio Ponoc, fundado por otro exanimador de Ghibli, Yoshiaki Nishimura.
Adaptada de la novela homónima de Joan G. Robinson, El recuerdo de Marnie es la historia de una adolescente emocionalmente distante, enviada a vivir con parientes en un pueblo costero. Ahí, desarrolla una obsesión con una mansión abandonada y con la chica que parece vivir ahí, Marnie. Decir más sería arruinar las sorpresas, pero basta con decir que si te enamoraste de emotivas historias de amistad o romance con elementos de fantasía y melancolía como Your Name, tienes que ver esta película.
La tortuga roja (2016)
Esta película fue, en cierto modo, un paréntesis para Studio Ghibli, pues no es una producción totalmente del estudio, sino una colaboración con otras casas productoras (en su mayoría europeas), encabezada por el director holandés Michaël Dudok de Wit (responsable por el corto ganador del Oscar, Padre e hija).
Por este motivo, La tortuga roja ni siquiera podría parecer una película de Ghibli dada su dirección de arte y estilo de animación. Su trama sigue a un hombre que acaba varado en una isla desierta, pero con recursos suficientes, y cuyos intentos de volver a casa son frustrados por el animal del título. Podría ser tentador compararla con la producción hollywoodense Náufrago, y algo hay de eso. Sin embargo, su historia simple pero poderosa—sin diálogos—sobre la naturaleza cíclica de la vida, la acerca más a los territorios de algo como Flow.
Earwig y la bruja (2021)
Aunque para este punto en la historia de Studio Ghibli ya era sabido que Hayao Miyazaki saldría del retiro para otra película, la tercera película como director de su hijo, Gorō, no auguraba buenas cosas para el estudio.
Earwig y la bruja es la historia de una huérfana que, inesperadamente y contra sus deseos, es adoptada para irse a vivir con una bruja egoísta, donde descubre un mágico mundo. Sobra decir por qué es una producción tan diferente: es el primer—y probablemente último—experimento de Ghibli con animación por computadora en 3D, y deja en clara evidencia que la dirección de arte tradicional del estudio no se traduce bien a entornos tridimensionales. Está lejos de ser una de las mejores películas de la casa—de hecho, diríamos que está entre las peores—, y nunca recomendaríamos a nadie comenzar por aquí, pues no captura la magia que ha distinguido a las obras maestras de Miyazaki, Takahata y compañía. Sin embargo, si disfrutas de películas sobre niños adentrándose a mundos de magia y brujas, como Alicia en el País de las maravillas o Los mundos de Coraline, podría ser para ti.
El chico y la garza (2023)
Llegamos a la última obra maestra tanto de Hayao Miyazaki como de Studio Ghibli por el futuro previsible: aún no está claro lo que viene, pero si esto llega a ser lo último, es una pieza de animación magistral.
Magistral, pero no necesariamente accesible. El chico y la garza es, como sugiere el título, la historia de un joven que, en busca de su madrastra desaparecida, es guiado por una garza antropomórfica hacia una aventura en un mundo misterioso y mágico, donde el tiempo y el espacio siguen reglas diferentes. La sinopsis sugeriría algo sencillo hasta cierto punto, pero en realidad, esta película también contiene vastos elementos autobiográficos del director, desde su trasfondo infantil hasta sus intenciones artísticas. Si hubiera que compararla con otra animación por su manejo de conceptos como el legado familiar y sus saltos en el tiempo, podría parecerte similar a Mirai, mi hermana pequeña de Mamoru Hosoda. Sin embargo, es una película mucho más cercana a los territorios metatextuales de obras como Fellini, Ocho y medio, Adaptation: el ladrón de orquídeas o, guardando distancias, El espejo de Andréi Tarkovski. ¿Puedes verla sin entender todo sobre Miyazaki? Sin duda, y puede que la disfrutes. Pero los entendidos podrán leerla mejor en toda su multiplicidad de niveles.


























































































