Aunque no es tan famosa como Scream, la saga de terror y comedia protagonizada por el Leprechaun, un siniestro duende irlandés, ha sido una de las franquicias de terror de serie B más longevas de Hollywood. Desde el debut cinematográfico de Jennifer Aniston en 1993 hasta los reboots más recientes, este pequeño y vengativo personaje ha estado persiguiendo su oro robado durante más de 25 años, convirtiendo a Warwick Davis en un pequeño, jé, icono del género tras el éxito de Willow.
Para una noche de Halloween o cualquier buena maratón de terror cualquier día del año, en esta guía JustWatch puedes localizar todas las entregas de la saga en las plataformas de streaming disponibles, desde la peor hasta la mejor.
8. Leprechaun: El origen (2014)
El intento de reboot de la saga abandonaba por completo el espíritu original para convertirse en una película genérica con Dylan Postl sustituyendo a Warwick Davis bajo una máscara que elimina toda la personalidad de la impertinente criatura, convirtiéndole en un monstruito gruñón y sin carisma. No es una buena forma de empezar y palidece en comparación con la Leprechaun: la noche del duende original.
Leprechaun: El origen fue una producción de WWE Studios que quiso hacer algo más serio y aterrador, un poco al estilo de lo que intentó algunos años antes Los chicos del maíz de 2009, pero el resultado es fallido, una entrega aburrida muy carente del humor sardónico o las rimas características del duende, dando la impresión de directo a vídeo barato, lo que puede explicar su fracaso comercial y de crítica, porque ni siquiera los fans más devotos vinieron al rescate.
7. Leprechaun 6: El regreso (2003)
La secuela directa de Leprechaun 5: La maldición forma un conjunto con la anterior, y hay que atender a sus títulos originales “Leprechaun in the Hood” y “Leprechaun: Back 2 tha Hood” para entender la gracia de ellas como “microsaga” dentro de la propia saga. Leprechaun 6: El regreso repite la fórmula urbana y horror noire trasnochado de su predecesora pero con menos presupuesto, y un guion sin la frescura de la quinta entrega.
Los gags de la cultura hip-hop ya están más manidos, a veces forzados y la violencia pierde el equilibrio entre humor y terror clásica en la saga. Si buscas una película de terror en guetos, con el impacto de la cultura rap y carga racial quizá es más recomendable la divertidísima Bones, con el mismísimo Snoop Dogg. Da la impresión de que esta secuela solo quiere sacar rédito del éxito de la anterior, pero hasta los efectos especiales son notablemente inferiores. El duende no puede hacer magia siempre.
6. Leprechaun 4: En el espacio (1996)
Cuando la secuela Critters 4 mandó a los bichos al espacio tenía sentido, pero alguien vio que construir una nave era barato y se creó una tendencia a la que se apuntó nuestro trasgo favorito. Leprechaun 4: En el espacio le lleva a otras galaxias en una premisa tan absurda que resulta admirable por su descaro, un futuro en el que el Leprechaun quiere casarse con una princesa alienígena para convertirse en rey de su planeta, ahí es nada.
Brian Trenchard-Smith, veterano director de cine B, se aleja totalmente del tono sórdido y tenebroso por el que intentó ir la franquicia en Leprechaun 2 y abrazó completamente la locura de la propuesta, creando una space opera de terror más divertida de lo que parece, funcionando también como sátira de las fantasías de ciencia ficción que seguimos viendo a día de hoy.Para los que quieran más iconos del slasher en busca de los confines del universo, no perderse ese Jason Voorhees como octavo pasajero en la delirante Jason X.
5. Leprechaun 5: La maldición (2000)
Como vimos antes, la quinta y sexta entregas cambiaban radicalmente de escenario llevando al duende a los barrios urbanos de Los Ángeles, creando una mezcla improbable, pero efectiva, de terror y cultura hip-hop que en esa época no era tan extraña, como demostraría Snoop Dogg en sus acercamientos al género esos años. Una idea que quizá se fue cocinando en Leprechaun 3, poniendo al protagonista en un entorno totalmente improbable.
En Leprechaun 5: La maldición, Warwick Davis se adapta con humor—es un gran cómico— al nuevo contexto, incorporando jerga urbana y referencias rap a su repertorio de rimas siniestras, y de alguna manera el mundo del barrio y el terror cohabitan sin caer en la parodia chusca, como demostró que se podía hacer la reivindicable Tales from the Hood, quizá la mejor pareja para esta incursión del terror a los barrios excluidos por razones raciales.
4. Leprechaun: la noche del duende (1993)
La película original, la primera y muy alejada de lo que harían las siguientes, incluso la “secuela directa” que fue Leprechaun Returns. Sin embargo, ya contiene los códigos de la saga, estableciendo todas las reglas y el tono, pero no es la mejor, pese a que Mark Jones juega bien con la comedia negra. La indefinición de ser una película de terror más o menos tradicional le impedía encontrar el potencial que otras secuelas sí que supieron exprimir.
Los nombres de Warwick Davis y Jennifer Aniston daban algo de entidad a Leprechaun: la noche del duende, un producto pequeño, con buenos efectos especiales artesanales que envejecen mejor que el CGI posterior y ayudan a que haya ido manteniendo un encanto especial con sabor a videoclub. Quizá destinada a los que encajaron la magia de los cuentos en un entorno urbano que propondría Rumpelstiltskin,solo dos años después, seguramente producida por el éxito de esta.
3. Leprechaun 2 (1994)
Una secuela casi autónoma que mejora en todos los aspectos la original, con más presupuesto, mejores efectos especiales y Davis dominando el papel, buscando esposa haciendo estornudar tres veces a una joven. Con una dirección más estilizada y siniestra, Leprechaun 2 se aleja de los momentos más festivos que vendrían en posteriores entregas como Leprechaun 4: En el espacio, pero tiene una atmósfera de cuento de hadas perverso que encaja mejor de lo que parece con el humor macabro característico en la serie.
Con detalles del folklore irlandés que enriquecen la mitología de la franquicia mientras ofrece muertes creativas más elaboradas y memorables, puede que esta sea la más sólida de la saga desde el punto de vista técnico y narrativo, aunque algunos fans la consideran demasiado oscura. Para fans de las secuelas de monster movies que iban más allá a pesar de sus limitaciones de estreno a vídeo, como Ghoulies 2 o Wishmaster 2.
2. Leprechaun Returns (2018)
Después del fracaso de Origins, la saga se dio así misma una nueva oportunidad con una secuela directa de la original, que ignora todas las entregas intermedias, un poco dentro de la misma ola que inició La noche de Halloween ese mismo año. Eso así, cambia a Davis por Linden Porco, que asume el papel siendo muy fiel, recuperando las rimas macabras y ciertos dejes del actor previo.
Leprechaun Returns es un poco un soft reboot de Leprechaun: la noche del duende, aunque actualiza la fórmula en una producción contenida, pero con unos efectos especiales tradicionales geniales, y es que el director aquí es Steven Kostanski, un especialista en trasladar al presente el aroma VHS, que pone siempre toda la carne en el asador, aunque sus medios sean limitados; esta hace muy buen programa doble con su reciente Frankie Freako y su imprescindible Psycho Goreman.
1. Leprechaun 3 (1995)
Ambientada en Las Vegas en el año en el que Hollywood miraba hacia allí, llega la pareja más extraña para ver en compañía con Show Girls o Leaving Las Vegas: la tercera entrega representa el momento dulce en el que la franquicia encontró su esencia perfecta de comedia de terror, con el duende buscando sus monedas de oro en la ciudad del pecado—tiene sentido—, desatando el caos en casinos y hoteles.
Leprechaun 3 es todo lo que Leprechaun: El origen no logró hacer, una secuela que aprovecha al máximo su localización para crear todo tipo de situaciones grotescas, con efectos especiales en el punto perfecto del látex y pringue y bastantes referencias a la cultura pop de los noventa que le dan un toque único de esa época, haciendo que su diversión sin pretensiones marque la pauta más elástica de lo que veremos en las cinco películas posteriores. Pura era de videoclub para los nostálgicos de las sorpresas impredecibles en cintas como El vendedor de helados.





























































































