Nadie tiene el secreto para estar en paz con aquella pierna que te ranquea o con el dolor de espalda que te va yendo y viniendo, sin más motivo que los años. Si supiéramos cómo estar en paz con ellas, no necesitaríamos casi nada más para vivir con tranquilidad.
Ahora, en tantas ocasiones el cine y la televisión nos han ayudado a mirar con más justicia la realidad que nos envuelve, la fácil (joven, guapa y rica) y la no tanto. Claro que para ti ver a Gillian Anderson en modo “vaquera tremenda” por Los abandonados (2025), que acaba de estrenarse en Netflix y lidera nuestros rankings, puede ser un bálsamo para olvidarte de la rodilla… Pero evadirte no significa hacer las paces con lo que hay.
Para eso, hoy te propongo un puñado de series y películas de todos los tiempos que abordan la edad como una ventaja, un plus que nos vuelve algo menos bobos e incompletos. Que no, ya te prometo que aquí no vas a ver ninguna Paseando a Miss Daisy (1989), porque hablar de la edad da para sonreír pero el azúcar de este clásico ya tira para la diabetes de tipo 2.
Asimismo, en lugar de un Tomates verdes fritos (1991) te recomendaré una película que seguro que no has visto ya, Adiós, June (2025). El debut de Kate Winslet, que se estrena por Navidad y que está escrita por Joe Anders, su hijo real, es el Gritos y susurros (1972) si lo guionizara Noah Baumbach. Trata de cómo June, a punto de morir, toma el control de su propia despedida con un humor mordaz, verdades sin filtro y muchísimo amor hacia sus cuatro hijos. Y –al contrario que el debut de Scarlett Johansson, Eleanor the Great (2025)– consigue no juzgar a la una ni a los otros.
En fin, aquí van siete series y películas sobre la edad que te harán agradecer los privilegios que conllevan las canas; algunas son más evidentes, otras perlas de nicho. Te las ordeno para favorecer la variedad, ya verás que hay perlas desconocidas y algún clásico no tan evidente aunque sí más consagrado.
Regreso a Bountiful (1985)
Que el cine de los ochenta está sobrevaloradísimo, eso lo sabemos. Pero las verdaderas monstruosidades de la época, según la crítica Pauline Kael en su reseña de En el estanque dorado (1981), son “los viejos cascarrabias entrañables y sabios solo en teoría” que las poblaban. Verano Azul (1981) la abrazamos por nostalgia, pero el idealizado Chanquete puede sumarse a la misma ecuación.
Quizás en España no sea tan recordada, pero hay una película que arregla esta postal ñoña. Regreso a Bountiful (1985) adaptaba con sensibilidad al cine la obra teatral de Horton Foote evitando esos escollos, en gran medida gracias a la interpretación vibrante de Geraldine Page como Carrie Watts (oscarizada por ello), una viuda que escapa del diminuto apartamento de Houston que comparte con su hijo y su nuera para emprender un viaje a su hogar. Por el camino, entablaba una amistad con el personaje de Rebecca De Mornay, una viajera más joven… Si te suena a Hacks, no te equivocas: la energía y la dinámica es muy parecida.
El castillo ambulante (2004)
El castillo ambulante (2004) es la típica película que no recomendarías a tu abuela: ¿un cuento fantástico en clave de anime sobre una fortaleza ambulante? Uf. Pero Sophie, aquella chica que por efecto de una maldición envejece de forma súbita hasta llegar a los setenta, es un personaje como pocos ha parido el imaginario occidental. Casi tan aguerrida como la Fletcher en Se ha escrito un crimen, y siempre sin perder las formas.
La película de Studio Ghibli además representa un portento músico-visual como pocos, a base de fondos de pura acuarela y grandiosas melodías orquestales de Joe Hisaishi. Y lo entrañable del reparto (de Calcifer a la Bruja del Páramo) la convierten en un visionado ideal para las tardes en familia.
Vivir (1952)
Si conoces Vivir (1952), puede parecerte una elección extraña: la película de Akira Kurosawa sirvió de inspiración directa para Cuentos de Tokio (1953), y aquella es justo un retrato de cómo los hijos pueden abandonar a los padres tras independizarse. Pero este hermosísimo drama, inspirado en La muerte de Iván Ilich de Tolstói, mira la cuestión de la edad con profundo realismo para dirigirse a un final más luminoso.
Takashi Shimura (un maestro de la discreción en pequeños gestos que ya vimos en Rashomon) es un funcionario viudo que descubre que padece un cáncer terminal. Qué hacer con eso, sobre todo cuando tus allegados están más preocupados por la herencia futura que por tu bienestar. El tipo trabaja más, baila, se columpia bajo la nieve; es la versión tocando de pies al suelo de las jubilaciones de oro de Se ha escrito un crimen. La película conserva toda su fuerza en tiempos de soledad urbana, como demuestra el reciente remake británico, Vivir (2022) con Bill Nighy dirigido por Oliver Hermanus y con guion de Kazuo Ishiguro.
Se ha escrito un crimen (1984)
No hay ninguna serie tan reconfortante, tan absorbente y tan endiabladamente afable como Se ha escrito un crimen (1984). Nunca ha existido –ni volverá a existir– nadie como Jessica Fletcher. A lo largo de 12 temporadas aclamadas por la crítica, una profesora de inglés viuda convertida en escritora de novela negra nos regaló una de las más grandes detectives de ficción de todos los tiempos. Y lo sabes.
Resulta tan edificante ver a una mujer mayor interpretando a la heroína, tomando la edad y el género como justamente algunas de sus mayores virtudes. Angela Lansbury falleció en 2022, pero la Fletcher conserva algo de vida eterna. Algo parecido sucede con Las chicas de oro: que no hay forma de que el tiempo pase para estas señoras; mejoran con la edad.
Hacks (2021)
La tienes que adorar. Jean Smart ofrece en Hacks (2021) una de las mejores actuaciones de su carrera como Deborah Vance, una cómica de stand-up que ha ido perdiendo gracia con los años. Sin embargo, Vance no es de las que se rinden fácilmente, y aunque sus obstáculos sean los de muchas mujeres en el mundo del entretenimiento ante el edadismo y la misoginia, encontrará una salida en Ava (Hanna Eidinger), una chica joven y radicalmente diferente de sí, con la que se alía.
Puede que Regreso a Bountiful se te haga cuesta arriba, pero a mí, que nada tengo que ver con Miss Vance, Hacks me encanta. Y si ya has visto las cuatro temporadas de la serie, puede seguir con El becario (2015), donde Robert De Niro se incorpora como estudiante en prácticas a una empresa y tiene que adaptarse a un mundo laboral dominado por jóvenes. Es súper entrañable, no sin ápices de mala leche.
Las chicas de oro (1985)
Cuando estaba en antena, Las chicas de oro (1985) fue una de las series más populares de la tele en abierto, y no cuesta entender por qué. Los guiones estaban llenos de ingenio, la química entre las integrantes del reparto era radiante, y el humor tan contagioso que muchos de los chistes siguen provocando risotadas hoy en día: de hecho, muchas de mis mejores amigas han vuelto a verla, y tiene un éxito descomunal entre la comunidad queer española.
Sin embargo y quizás igual de importante, la serie mostró que mujeres octogenarias podían seguir llevando vidas plenas y divertidas, como luego ha tomado por referente la muy exitosa Grace y Frankie (2015) o And Just Like That... (2021). Aunque a menudo se las ve como las abuelas de todos, estas reinas están decididas a vivir a su manera: sexo, tarta de queso y ya, lo que surja.
Los libros de Próspero (1991)
John Gielgud (el mítico Calígula de 1979) y Peter Greenaway colaboraron en la adaptación cinematográfica de La tempestad, que recuerde, una de las celebraciones más sinceras de los beneficios de la edad. La declamación y presencia de Gielgud, junto con el barroquismo rico de la escena, ofrecen una puerta de entrada ideal a la densidad de la obra tardía de Shakespeare, sólo apta para paladares maduros.
Los libros de Próspero (1991) se estructura en torno a los 24 textos que Próspero se lleva al exilio, de los cuales obtiene las artes mágicas y el conocimiento necesarios para vengarse de quienes le han hecho daño. Sin duda, una de las adaptaciones más singulares del teatro al cine se convierte también en un homenaje entrañable al Josep Maria Pou británico.
