Porque el gran invento del siglo XXI fue que podías tener todo el cine disponible en tus manos sin arruinarte con tus mil suscripciones a plataformas, la guía que hoy te propongo es más necesaria que nunca. Y especialmente, porque este otoño viene cargado de buenos estrenos de ciencia ficción en las carteleras, desde el Frankenstein de Guillermo del Toro (disponible en Netflix el 7 de noviembre) al relanzamiento de Regreso al futuro cuarenta años después de su estreno.
Mientras tanto, hay muchísima ciencia ficción disponible legalmente en plataformas y tanta otra por la que no es necesario pagar ni un centavo. Si disfrutas el género, hoy te recomiendo diez muy buenas películas en clave sci-fi (también muy variadas) pero que puedes ver gratis, ya mismo. Además, te las ordeno de mejor a peor. ¿Vamos?
Stalker (1979)
En la zona prohibida, un guía conduce a dos hombres hacia una habitación que concede los deseos más íntimos. Stalker (1979), del mítico cineasta ruso Andréi Tarkovski, es una meditación sobre la fe, la desesperanza y el poder del anhelo humano en un viaje totalmente diferente a nada que hayas visto antes. Digamos, una película que lleva al fallo el músculo de tu cerebro.
Estrenada en plena Guerra Fría, refleja la desilusión y la desconfianza hacia el progreso científico entendido como único camino al progreso. En realidad, cuenta lo mismo que la genial Metrópolis de Fritz Lang: que el ser humano puede perderse por el deseo. Pero aquí no hay máquinas ni fuegos artificiales. De forma parecida al viaje de Solaris (también de Tarkovski), la opulencia es existencial y sacra. Vamos, es ver una película como quien entra en una catedral vacía.
Halloween III: El día de la bruja (1982)
Si alguien trata de convencerte de que las terceras partes nunca fueron buenas, enséñale Halloween III: El día de la bruja (1982). Auténtica película de culto, el cierre de la trilogía original de La noche de Halloween no tiene nada que ver con Michael Myers pero sí mira de frente al clima que luego daría lugar a clásicos del terror corporativo como Están vivos (1988), en la que unas gafas nos permiten ver los hilos de titiritero de un complot (alien) a nivel planetario.
Por el estilo va Halloween III: una empresa planea un sacrificio masivo usando máscaras y señales televisivas. Estrenada en plena era del pánico satánico y del auge del consumismo, conecta con el miedo a la viralidad que Cronenberg ya atisbaba en Rabia, aunque aquella apostaba directamente por el body horror y aquí la cosa va de control mental y niños inquietantes.
Mad God (2022)
Aún recuerdo la experiencia absolutamente fascinante del primer pase en sala de Mad God (2022), en el Festival de Sitges. Espero que el visionado, colosal, no desmejore mucho en casa. No por nada el maestro de los efectos visuales Phil Tippett dedicó tres décadas a imaginar y recrear esta pesadilla en stop motion, que sigue el descenso de un explorador enmascarado por un infierno mecánico poblado de monstruos y ruinas dignas de los inframundos de Lovecraft o de los recovecos steampunk de Mad Max: Furia en la carretera (2015).
En plan viaje lisérgico al fondo de la noche, en esta guía solo resulta comparable a la melancólica Psiconautas, los niños olvidados, que también emplea la animación para explorar el detritus de las noches. Pero creedme que el infierno de Phil Tippett sí es heavy metal.
Armageddon (1998)
¿Y tú, lloraste con Armageddon (1998)? Porque yo sí, y aunque hoy la película de Michael Bay se lee en clave de comedia –y como para no hacerlo–, yo la recuerdo como una experiencia conmovedora de verdad. El director de Pearl Harbor (2001) utiliza la catástrofe para despertar un patriotismo flagrante made in A-ME-RI-CA en esta epopeya donde un grupo de mineros debe salvar la Tierra de un asteroide. La idea sí es risible, pero también (y esa es la magia de Bay) hace la mejor de las películas de desastres del Hollywood de los noventa.
Infinitamente superior a la muy parecida Moonfall. Impacto lunar (2022), Armageddon es puro exceso visual, un ejemplo del cine de acción que sustituye el miedo nuclear por el apocalipsis celeste y que, como Plan 9 del espacio exterior, es preferible ver con una pizca de ironía. O eso, o con pañuelos cerca.
Palm Springs (2020)
La ciencia ficción “da que pensar” pero también puede ser divertidísima. Y aunque sabemos que siempre aborda miedos en presente, nos sorprende cuando toca tan de cerca a la actualidad como Palm Springs (2020). En uno de los grandes éxitos de la historia del Festival de Sundance, Andy Samberg y Cristin Milioti hacen de dos invitados atrapados en un bucle temporal que reviven eternamente una boda en el desierto.
En clave de comedia romántica volvemos al subgénero iniciado por Atrapado en el tiempo, añadiendo humor millennial y existencialismo posmoderno. Porque hoy quizás es más común tener crisis porque no sabes cómo dejar de comer triste delante del ordenador que porque la Vida ya no tiene Un Sentido. Aunque ello no te exima de ver Stalker de Tarkovski.
Metrópolis (1927)
La madre de todas las películas aquí listadas, no merece estar tan abajo en la guía pero supongo que la conoceréis de sobras. Si no, vais a flipar con los trucos de esta abuelita sci-fi mañosa. En Metrópolis (1927) Fritz Lang crea una ciudad futurista donde los obreros trabajan bajo tierra mientras los poderosos dominan desde las alturas.
Metrópolis es la catedral del cine expresionista alemán, hija del clima de desigualdad e industrialización de entreguerras. Su imaginería influenció desde el urbanismo nocturno de Blade Runner hasta las masas de clones de La guerra de las galaxias (1977), y comparte con Mad God la absoluta fascinación que despierta en quien descubre el universo faraónico que Lang orquestó, una Gotham futurista donde nadie queda a salvo de las garras del Estado opresor.
Psiconautas, los niños olvidados (2015)
Si Metrópolis es un cuento oscuro pero que aún da pie a rebelarse, la brillante Psiconautas, los niños olvidados (2015) simplemente no encuentra ninguna luz al final del túnel. Ahora, nadie negará que junto con Unicorn Wars y con Decorado, ahora en carteleras, es de las películas más espectaculares que la animación española ha producido nunca. Alberto Vázquez recrea los dibujos más oscuros que una criatura pueda parir para retratar un mundo postindustrial sin esperanza.
Psiconautas nacía en una España poscrisis, pero la falta de perspectivas y las alucinaciones surrealistas que acompañan a la depresión son hoy perfectamente vigentes. De hecho, la película aboga por el anti-escapismo porque nos asegura que ni en un mundo de ositos y ratoncitos adorables podemos escapar de la miseria y los complots apocalípticos.
Plan 9 del espacio exterior (1959)
No recomendaremos la aclamada “peor película de la historia del cine”, pero igual que Metrópolis o Stalker son visionados cinéfilos básicos, tienes que ver –sí o sí– el Plan 9 del espacio exterior de Ed Wood (1959). Por si has vivido fuera del planeta Tierra y no sabes de qué te hablo: el film cuenta cómo unos extraterrestres intentan detener la autodestrucción humana resucitando a los muertos.
Pero este plan, que de por sí no tiene mucho sentido, queda aún menos explicado por una película fabricada con los pies, que por suerte hoy se ha revisitado como un símbolo del cine de culto y la pasión amateur. Digamos que aspiraba a ser un Ultimátum a la Tierra (2008) pero acabó siendo el The Room (2003) del cine de ciencia ficción.
Rabia (1977)
No sé si es peor ver Rabia (1977) esperando encontrar una historia de vampiros, o todo lo contrario. Cuando vi esta perla temprana de David Cronenberg, que anticipa el terror clínico y la obsesión por la Nueva Carne que luego lo encumbrarían gracias a La mosca (1986), me la habían vendido como la evolución natural del vampirismo ligado al sexo, y me cuadró. También me mareó y me inquietó como pocas películas de zombis antes. Pero me cuadró.
Rabia sigue las andadas sangrientas de una mujer infectada tras una operación experimental, cuyo nuevo cuerpo provoca un apetito sexual incontrolable pero también… La rabia, literal. La película respira toda la paranoia de los años setenta: la obsesión incontrolada por el “progreso” médico, la represión del deseo y la fragilidad del organismo humano como campo de batalla. Y te aseguro, no hay minero fornido de Michael Bay que pueda luchar contra el Mal que llevamos dentro.
La caja Kovak (2006)
Si las ollas mentales de Cube (1998) y las paranoias sociales de El hoyo (2019) tuvieran un hijo, ese sería La caja Kovak (2006). En este thriller psicológico de Daniel Monzón, escrita por Jorge Guerricaechevarría (El día de la bestia), un escritor de ciencia ficción despierta en un hotel remoto donde se producen una serie de suicidios al son de una misteriosa melodía.
Y no digo más, porque hay que entrar en la película como el ratón que avanza por un laberinto en sus títulos de crédito, o como quien entra en el primer episodio de la serie Perdidos, sin intuir la orografía imaginaria que Monzón planeó al detalle. A día de hoy, la cinta sigue despertando teorías en Internet. Yo no me la perdería.

























































































