Abre las plataformas de streaming, que toca estudiar Historia. El éxito que Un fantasma en la batalla está viviendo en los rankings de JustWatch afianza una vez más el interés del público en la ficción de base histórica. Producida por JA Bayona, Atienza y Hermida (detrás de La sociedad de la nieve), la película de Agustín Díaz Yanes retoma el caso real de La infiltrada (2024) para hilvanar otro thriller basado en hechos reales sobre una guardia civil infiltrada en ETA durante los años noventa y principios de los dos mil.
Si repasamos calendarios, no han pasado tantas semanas desde El cautivo y tampoco queda tanto para el estreno de Anatomía de un instante, la serie de Alberto Rodríguez que da contexto al golpe de estado del 23F. Y aunque verlas no vaya a ayudarte a aprobar esos temidos exámenes de Historia, quizás sí puedas entender algo mejor el sentir de los momentos sobre los que estudias.
Así que te propongo una guía de películas de ficción sobre episodios relevantes en nuestra historia, que ordeno en bisagra: primero, las más clásicas en tono y de temática más asentada en los libros de Historia, y luego algunas perlas sobre realidades menos divulgada (pero no menos necesaria) en los manuales. Siempre, en terreno de la ficción… En documental, tenéis testimonios en primerísima persona como los de Ernest Hemingway en Tierra de España (1937) o las voces del terrorismo en La pelota vasca: la piel contra la piedra (2003).
Alatriste (2006)
Con Viggo Mortensen al frente, un presupuesto desorbitado para el común del cine español y basada en Las aventuras del capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte, Alatriste del mismo Agustín Díaz Yanes (2006) vive por y para la épica. Aquí encontrarás puro Siglo de Oro español, entre la gloria cultural y la decadencia política. Soldados, espadas y barroco puro. Diego Alatriste es un soldado español en Flandes cuya vida cambia cuando debe hacerse cargo del hijo de un amigo y, para mantenerse, se embarca como mercenario de misión a Madrid. Y a partir de ahí, que choquen las espadas.
Normal, si viéndola no dejas de pensar en El señor de los anillos: El retorno del rey (2003), porque la batalla de Rocroi y las intrigas de la Corte son puro Tolkien. Y también si no te quitas de la cabeza los intríngulis urbanos que se repiten en Juana la Loca (2001) o en Lope (2010), menos recordada pero que también evocaba las contradicciones de una España ilustrada pero frágil y corrupta hasta la médula.
Juana la Loca (2001)
Si crees que Juana I de Castilla estaba efectivamente para internarla, debería leer un poco sobre los siglos XV y XVI. También puedes ver Juana la Loca de Vicente Aranda (2001), con una estupenda Pilar López de Ayala, aunque la película carga demasiado las pilas del melodrama romántico. En fin, sirve para poner en imágenes la transición de los Trastámara a los Austrias en el trono, la política dinástica de los Reyes Católicos y el Imperio Español de los reinados posteriores.
Verás cómo afectaba en lo personal los matrimonios reales como herramienta política, que aseguraron más de un tanto a la familia de Fernando e Isabel, y cómo la “locura” de Juana fue en realidad una excusa para la lucha de poder. Y lo más importante, podrás entender por qué Carlos V heredó medio mundo. Si 1898. Los últimos de Filipinas (2016) o Alatriste te dejaron con la boca abierta, prepárate para un culebrón que ni El ala Oeste de la Casablanca.
El Cid (1961)
Una película que como el Puy du Fou es más ficción que realidad, pero que retrata perfectamente la vanagloria con la que algunos miran a la mal llamada Reconquista. El Cid (1961) refleja perfectamente la figura mítica de Rodrigo Díaz de Vivar, el icónico Cid Campeador, en pleno siglo XI. Pero aquí es Hollywood quien arroja sobre la Península la épica desaforada de Charlton Heston, y qué mejor Cid que el amigo Ben Hur, rodada dos años antes.
Aunque El Cid no te vaya a dar herramientas para contestar la soberbia histórica de los cuentos del cristianismo estatal, sí da cuenta (y por eso figura en la lista) de la cantidad de producciones péplum que se filmaron en España con nuestra historia por telón de fondo. Si ya conoces la película de Heston, prueba con Alatriste de Díaz Yanes o Los cántabros de Paul Naschy (1980), sobre el caudillo cántabro Corocotta. No todos los caminos llevan a Roma.
Esquilache (1989)
Para ilustrar las lógicas del Reformismo ilustrado y las tensiones del siglo XVIII (pura materia de examen), nada comparable con esta ventana directa sobre el famoso motín de Esquilache. Esquilache, de la fantástica Josefina Molina (1989), nos interna de lleno entre pasillos del palacio del Marqués de Esquilache (Fernando Fernán-Gómez) y las mesas de las tabernas, acompañando a un reparto de lujo, con José Luis López Vázquez, Ángela Molina y Concha Velasco como el secretario, la amante y la esposa del ministro por caer.
Otra maraña de poder semejante a la de Juana la Loca, Esquilache es ideal para tomar el pulso a las ideas modernizadoras de Carlos III (cambiarlo todo para no cambiar nada, básicamente) contra la resistencia popular a la modernización. Porque desde los libros resulta difícil de entender, pero cuando tu profesor es Fernán-Gómez…
El crimen de Cuenca (1980)
En 1910, dos pastores cumplieron doce años de prisión, acusados del asesinato de un desaparecido que apareció, vivo y coleando, en un pueblo cercano. El caso fue muy sonado en la época y tiempo después fue llevado a las pantallas de cine de mano de Pilar Miró. El crimen de Cuenca (1980) sirve tanto para representar un período no tan divulgado en la historia de España como para reivindicar el trabajo de la cineasta Miró, más conocida por El perro del hortelano (aunque yo adoro El pájaro de la felicidad).
Cuando veas la película entenderás por qué un conflicto tan local ha sido recordado como uno de los casos más sangrantes de negligencia judicial y señalamiento, que rompió las vidas de todos sus implicados en una tragedia que, como en Negu Hurbilak, acabaron pagando las gentes del pueblo llano.
Las bicicletas son para el verano (1984)
Sobre la Guerra Civil podríamos dedicar toda una guía, pero hoy recomiendo Las bicicletas son para el verano (1984) de Jaime Chávarri y basada en la obra del mismo nombre de Fernando Fernán-Gómez. Al contrario de la opulencia histórica de hitos como Mientras dure la guerra (2019), la de Chávarri narra la vida cotidiana de una familia madrileña en el verano de 1936, justo después del levantamiento militar franquista.
Cómo la vida sigue avanzando con “normalidad” mientras crecen la desconfianza y la pobreza es suficiente para justificar el visionado de esta perla realista: desde la perspectiva del hijo adolescente, pero a sabiendas de los cuarenta años de pobreza económica y moral por llegar, cada sorbo de limonada se siente de veras el último. Y es que el cine, como veremos con Vámonos, Bárbara, explica la Historia desde las tripas.
La escopeta nacional (1978)
Puede que las tripas te duelan después de La escopeta nacional (1978), pero no por hambre sino por el empacho de la risa. Sobre el tardofranquismo el cine escribió grandes joyas, como El espíritu de la colmena (1973) o La lengua de las mariposas de José Luis Cuerda (1999), pero yo he preferido la comedia de José Luis Berlanga para reírnos de nuestras propias miserias (y olvidar, un rato, que el dictador murió en la cama).
En este caso, Berlanga habla sobre las redes clientelares y el modelo de poder franquista en la época final de la dictadura, donde todo se compraba, todo se vendía… Y todo el mundo miraba para otro lado. La escopeta nacional, llena de caricaturas muy verosímiles, es una puerta de entrada fantástica al screwball castizo, y te quitará el mal sabor de boca de Las bicicletas son para el verano.
Zama (2017)
Con Zama (2017) damos dos pasos atrás en nuestro recorrido histórico, hacia los días más altos del Imperio Español, para ver el reverso existencial de una colonización que de gloriosa tuvo más bien nada. Si Juana la Loca os pareció demasiado sentimentaloide, a pesar de su crítica, preparaos para la acidez de estómago de Zama.
A Zama, la burocracia imperial lo ignora, la naturaleza lo agobia y su posición de poder se revela vacía y absurda. Sobre la novela homónima de Antonio Di Benedetto, Lucrecia Martel (La ciénaga) retrata los días vacíos que este oficial criollo destinado en una remota colonia sudamericana, pasa esperando su traslado a una ciudad más prestigiosa, mientras su salud mental se va desmoronando. El Esperando a Godot de nuestra miserable Historia.
Vámonos, Bárbara (1978)
No me canso de recomendar Vámonos, Bárbara (1978), la dramedia de Cecilia Bartolomé que demostró cómo nada era tan sencillo en los humedales del franquismo que le tocaron vivir. Considerada la primera película feminista hecha en nuestro país, esta Alicia ya no vive aquí a la valenciana explica cómo Ana, una mujer bienestante (Amparo Soler Leal, a quien también vimos en La escopeta nacional), se marcha de vacaciones a la playa con su hija Bárbara, hasta que su marido negligente empieza a presionarlas para que vuelvan.
Y es que recuerda que la Ley del Divorcio no llegó hasta 1981, por lo que casos de abuso flagrante como el de Ana son mucho más recientes de lo que nos gustaría pensar. Que Bartolomé le mete comedia al asunto, perfecto, pero esta deslenguada historia de verano es digna de drama.
Negu hurbilak (2023)
Una apuesta para la cinefilia más exigente. ¿Y si contamos la disolución de ETA desde el punto de vista de una de tantas personas que, por su vinculación más o menos directa con el grupo, tuvieron que huir y esconderse en las montañas para evitar la represión policial? Negu hurbilak (2023) recoge los días lentos que una chica sin nombre ni pasado (Jone Laspiur, gran descubrimiento) pasa, oculta en una masía, a la espera de noticias sobre una posible amnistía.
Pero la gran Historia la olvidó fácil así que –como en Zama– a esta implicada sólo le queda esperar a que algo cambie… Y cuarenta años de silencio y dictadura después nos reafirman: en nuestro país el cambio no se estila.

























































































